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L a t o le r a n c ia en e l pen sam ien to d e . 271 ámbito civil y el eclesiástico. En contra de lo que pudiera parecer, en el mundo religioso-político de la comunidad puritana de Massachu- setts existían diferencias de opinión en esta materia. Por esta razón, los ministros y el pueblo fueron consultados acerca del poder de los magistrados en orden a la preservación de la uniformidad y de la paz eclesial. R. Williams expresó nuevamente su opinión calificando de impía la intervención del magistrado civil en los asuntos de la Iglesia. En la asamblea se condenaron tanto la peligrosidad y el error de los puntos de vista de Williams como la decisión de la congregación de Salem de elegirlo entre sus maestros, que constituían un desprecio a la autoridad constituida. A ambos se les ofreció la oportunidad de retractarse. Al hombre de nuestro tiempo pueden resultarle irrisorias las acu saciones contra la congregación y el ministro de Salem. Parece increí ble que se tildasen de peligrosas y erróneas doctrinas tan elementales como la libertad de conciencia. Pero también es fácil imaginar la ten sión que existiría entre las ciudades e iglesias de la Bahía de Massa- chusetts. Por una parte, se levantaba la bandera del poder absoluto de la autoridad civil, defendida unánimemente por el clero y por el sentimiento popular; por otra, se erguía la figura de un ministro del evangelio, inteligente y de vida intachable, que defendía la libertad religiosa y negaba toda jurisdicción de la autoridad humana en las causas del espíritu. Así las cosas, tres días después de la sesión del Tribunal Supremo, a la que nos estamos refiriendo, se produjo un nuevo incidente que habría de precipitar el destierro de R. Williams. La congregación de Salem solicitó del Tribunal Supremo la concesión de unas tierras en la región de Marblehead Neck, reclamada como parte de sus límites territoriales; pero tal petición fue denegada por los magistrados por una supuesta infracción de autoridad por parte de la congregación, al haber elegido a Williams como ministro suyo. Ante este hecho, la congregación, indignada, escribe a otras iglesias advirtiéndoles del crimen de los magistrados. Como respuesta, la asamblea general priva de sus derechos civiles a los diputados de Salem, encarcela a John Endecott por desaprobar tal acción, y amonesta públicamente a la congregación por tener a R. Williams entre sus maestros .El Tribunal Supremo se reunió en octubre de 1635 para tomar medidas contra R. Williams. Se eligió a Thomas Hooker de Newtown, fundador más tarde de Connecticut, para rebatir las opiniones de Williams, pero
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