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270 J uan J o sé H . A lonso Hablando del juramento Williams afirma en The Hireling Ministry none o f Christ*sv «a Christian might take one on proper occasions, though not for trivial causes — that an irreligious man could not sincerely perform this act of worship— and that no man ought to be forced to perform this any more than any other act of w o rsh ip »25. Parecía que el antagonismo entre Williams y la autoridad civil de Massachusetts había llegado a su cima, que las declaraciones de aquél habían colmado la paciencia de ésta. Y así fue, en efecto. Es sorpren­ dente que el destierro de R. Williams no se produjese en estas cir­ cunstancias. Solamente lo demoró la presencia en la disputa de un famoso ministro de aquella iglesia, John Cotton. John Cotton fue, sin ningún género de dudas, la figura más des­ tacada de la iglesia del siglo xvn en Massachusetts. Su influencia, tanto en el campo religioso como en el civil, se asentaba en una brillante carrera eclesiástica, vivida en el centro intelectual del puritanismo inglés, y en una relación personal con aquéllos que habrían de ser los primeros emigrantes a América en 1630. J. Cotton había conocido a R. Williams en Inglaterra y ambos habían compartido discusiones concernientes al futuro de los asentamientos en el Nuevo Mundo. Ad­ miró la sinceridad de este alma de Dios, su piedad, su doctrina y el fervor de su ministerio. No existió, en un principio, rivalidad entre ellos, aunque Cotton no dejó de reconocer el carácter de insatisfac­ ción y de búsqueda en la persona de Williams. Cotton vio el problema de Williams como un caso más de su lealtad ante una materia de conciencia. Por esta razón, J. Cotton se ofreció a mediar en la causa de Williams como esperando un final feliz. Los resultados habrían de ser otros. En el verano de 1634, tras la muerte de Samuel Skelton, la congregación de Salem eligió a R. Williams como su maestro espiritual ante el disgusto de las autoridades civiles que rogaron a dicha iglesia reconsiderar la elección. En julio de 1635, y antes de que este pro­ blema fuera solucionado, R. Williams fue convocado a Boston para una sesión que estaba celebrando el Tribunal Supremo de la Colonia en la que se le acusaba de defender algunas opiniones, consideradas como heterodoxas. Las acusaciones contra el ministro de Salem se reducían fundamentalmente a su defensa de la separación entre el 25. Citado de R. A. G u ild , o . c ., 21.

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