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390 J uan J o sé H . A lonso B) Desde el punto de vista del pueblo en sí: — El pueblo de Israel, llamado el Israel de Dios, era descendien­ te de un hombre, Abraham (Sal 105, 6) y aunque dividido en doce tribus, todas ellas procedían de un único Israel. No sucede lo mismo con las demás naciones en las que aparecen vástagos diferentes. Sola­ mente existe tal unidad en el Israel espiritual, donde Cristo es la la simiente (Gal 3) y donde todos son herederos de la promesa con Cristo. Esta semilla espiritual es el único antitipo de la figura anterior. — Este pueblo fue elegido y segregado para el Señor entre todos los pueblos y naciones de la tierra, extendiéndose dicha separación no solamente a la circuncisión, a la pascua o a materias del culto sino incluso a cosas temporales y civiles. ¿Puede algún pueblo del mundo mostrar su continuidad con Israel en este sentido si no es el Nuevo Israel, la Iglesia de Dios? — Los descendientes de Abraham, segregados así para el Señor, fueron liberados milagrosamente de la esclavitud egipcia, atravesando el mar Rojo, y caminando por el desierto hacia la tierra prometida bajo signos constantes de protección, admirados por las generaciones venideras (Dt 4, 32-34). ¿Ha ocurrido algo parecido con otro pueblo o nación? — Todo el pueblo de Israel era, en un sentido típico y ceremonial santo y puro en su segregación para Dios (Ex 19). Tal santidad y pureza se extendía incluso al campo de lo natural. Pero, ¿no son todas las naciones de la actualidad igual de puras o de impuras a los ojos de Dios mientras el padre de las misericordias no se complazca en llamarlas al conocimiento y a la gracia de su Hijo haciéndoles ver su impureza y separación de la comunidad de Israel? — El pueblo de Israel en aquel Estado Nacional fue el tipo o figura de todos los hijos de Dios en todas las edades bajo la profe­ sión del evangelio, llamados con razón hijos de Abraham y el Israel de Dios (Gál 3 y 6), sacerdocio real y nación santa (1 Pe 2, 9) un claro y manifiesto antitipo del antiguo Israel (Ex 19, 6). — Finalmente, toda la nación israelita, descendiente del linaje de Abraham y reconocida por la dolorosa y vergonzosa práctica de la circuncisión, se distinguía del resto de los pueblos por la solemnidad de sus cultos y por el alcance de los mismos. Todo Israel era obligado a celebrar la fiesta de la Pascua so pena de muerte. ¿Se exige ahora

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