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388 J uan J osé H. A lonso Una vez reiterado el pensamiento de que la actuación de los príncipes y reyes de otras naciones distintas al pueblo judío, no puede ser asumida como modelo por los príncipes y magistrados del mundo para atribuirse poderes respecto a la Iglesia de Cristo 247 y después de recordar que la Sagrada Escritura tampoco sustenta dicha opinión 248, toda la argumentación de R. Williams se encamina a probar, de múl tiples formas, que el Estado de Israel, en cuanto Estado Nacional constituido, de poder tanto espiritual como civil, en lo que se refiere a lo espiritual, fue meramente figura y símbolo de las Iglesias cris tianas, compuestas de judíos y gentiles, investidas con la autoridad auténtica del Señor Jesús para establecer, reformar, corregir y defen der todo lo concerniente a su Reino y Gobierno 249. He aquí las principales consideraciones aportadas por R. Williams para establecer las diferencias irreconciliables que median entre el Estado de Israel y los otros. A) Desde el punto de vista de la naturaleza de la tierra de Canaán: — La tierra de Canaán fue elegida por el Señor entre todos los reinos de este mundo para ser la cuna de su pueblo e Iglesia, según se desprende de Ez 20, 6. En la actualidad, cualquier nación puede adorar a Dios en espíritu y en verdad en cualquier lugar, como testi ficó el mismo Señor a la mujer de Samaría (cf. Jn 4). Mientras per maneció el Estado Nacional de la Iglesia de los judíos las tribus se vieron obligadas a subir a Jerusalén para dar culto a Dios (Sal 122). Ahora, cualquier nación temerosa de Dios es aceptada por El (Hch 10, 35). — Los antiguos habitantes de la tierra de Canaán, siete naciones más numerosas y poderosas que Israel, fueron entregados por boca de Jahveh a la destrucción, que había de ser realizada por los hijos de Israel sin ningún rasgo de compasión (Dt 7). Ningún pueblo está ahora abocado a la destrucción. ¿Dónde oyen los reyes, emperadores o generales de la actualidad la voz de Dios que les ordena la destruc ción de ciudades, hombres y mujeres, como sucedió con Josué? (Jos 6 y 10). Israel destruyó a esas siete naciones. Esto recobra su sentido verdadero solamente en el antitipo espiritual, cuando los hijos de Dios 247. R. W i l l i a m s , The Bloudy Tenent of Persecution, 264 ss. 248. Id., o . c ., 221 ss. 249. Id., o. c ., 316.
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