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266 J uan J o sé H . A lonso tiously refused, and withdrew to Plymouth because I durst not officiate to an unseparated people, as upon examination and conference, I found them to b e »21. Desde este momento el nombre de R. Williams se asocia al grupo de los separatistas. Se planteó, ya desde los comienzos, si bien de una forma implícita, en este acontecimiento, un problema de relaciones Iglesia-Estado, al que subyacía una determinada concepción de Igle­ sia. La comunidad religiosa de la Bahía de Massachusetts, aunque ad­ mitía la corrupción de la Iglesia Anglicana al igual que la comunidad de los Peregrinos en Plymouth, a diferencia de ésta no la repudiaba totalmente. La congregación de Massachusetts siempre creyó en el resto de elección de la Iglesia Anglicana; abogaba por una denuncia de sus escándalos y corrupción, pero nada más. Por otra parte, esta ausencia de radicalismo teológico se mezclaba con razones de conve­ niencia política, invocadas para la supervivencia en tierras americanas. La posición de R. Williams fue diametralmente opuesta a la de los jerarcas de Massachusetts. El creyó en la ineficacia de la Iglesia una vez corrompida por las invenciones humanas. Para él la Iglesia no era más que una comunidad de elegidos, perfecta y pura, iluminada por la palabra de las Escrituras, ajena a toda manipulación del hombre. Williams se dejó llevar por la fuerza interior de su puritanismo recha­ zando abiertamente la impureza y la falsedad religiosas. Estos presu­ puestos eclesiológicos, aunque son esencialmente teológicos, tienen unas implicaciones políticas que estuvieron asimismo presentes en el pensamiento de R. Williams. Al establecer la distinción de niveles en la existencia de la realidad creada, derivada precisamente de su idea de Dios y de la Iglesia, R. Williams planteó a la vez un problema de relaciones entre el orden natural y el sobrenatural abogando por una separación radical entre la Iglesia y el Estado, instituciones que tipi­ fican el desarrollo de la persona humana en esta vida. Como conse­ cuencia, los poderes de la Iglesia pertenecen al orden espiritual, mien­ tras que los del Estado, al mundo natural. Una vez madurada, esta teoría de separación entre Iglesia y Estado habría de conducir a la defensa apasionada de la libertad de conciencia. Tras esta lucha en Boston, R. Williams aceptó una invitación simi­ lar de la comunidad de Salem, una iglesia distinguida por su indepen- 21. La carta puede encontrarse en los Proceedings of the Mass. Hist Soc. 18554, 313-6.

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