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L a t o l e r a n c i a e n e l p e n s a m ie n t o d e . 373 persecución religiosa. J. Cotton aduce en su favor las acusaciones de Cristo, dirigidas contra el Angel de la Iglesia de Pérgamo por man­ tener a algunos que sostienen la doctrina de Balaam, y contra el de la Iglesia de Tiatira, por tolerar a Jezabel. Ante la interpretación de Cotton, R. Williams formula las conclusiones siguientes: — La acusación de Cristo no se dirige al magistrado civil de la ciudad de Pérgamo sino al mensajero o ministerio de la Iglesia en aquella ciudad. — En cuanto que las doctrinas de Balaam o de Jezabel conducían a una libertad de fornicación corporal, es legítimo reconocer en las ciudades de Pérgamo y Tiatira así como en los oficiales de las mismas la autoridad necesaria para suprimir tales prácticas y doctrinas de forma semejante a como se admite el castigo que el emperador romano impuso justamente al poeta Ovidio por enseñar el lascivo Arte de Amar, desencadenante en la impureza. — Con todo, en el caso de que los profetas de Balaam o de Je­ zabel sedujeran a miembros de la Iglesia en Pérgamo o Tiatira hacia la adoración de los ídolos (lo que parece indicar la Escritura) tal instrucción se dirige a los ministros del evangelio y en ningún caso a los magistrados civiles. — Ha de admitirse que o bien las Iglesias o los Angeles de las mismas tenían poder para suprimir las doctrinas de Balaam y de Je­ zabel o carecían de él. No puede probarse que no lo tuvieran, ya que la autoridad de Cristo descansa sobre su Iglesia y sobre sus ministros (Mt 16. 18; 1 Cor 5). Entonces, teniéndolo, hay que atri­ buirles autoridad suficiente para suprimir las doctrinas de Balaam y las seducciones de Jezabel, aunque éstas se encarnen en magistrados civi­ les, concluyendo que la autoridad del magistrado no se confunde con la concedida por Cristo a sus ministros. — Finalmente, la confusión de poderes, atribuyendo al Estado Civil lo que son competencias de la Iglesia y viceversa, ha conducido a una concepción falsa del cristianismo que confunde la Iglesia con el mundo, los lirios de Cristo con las espinas y desierto del mundo 218. 218. Id., o . c ., 172-5.

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