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372 J u a n J o s é H. A l o n s o idolatrías y profanaciones y sufra la presencia del pecador por el bien del pueblo cristiano214. Los mandamientos impartidos por Moisés y por Cristo, los grandes mensajeros y profetas del Dios viviente, confirman la misma opinión. Moisés, aparte de los preceptos positivos, tanto en el ámbito espi­ ritual como en el civil, promulgó también algunos permisivos por el bien común. En el mismo sentido ha de entenderse la interpretación que Cristo hace de la ley mosaica respecto al acta de divorcio. Moisés, dice, «teniendo en cuenta la dureza de vuestra cabeza, os permitió repudiar a vuestras mujeres; pero al principio no fue así» (Mt 19, 8). Es éste un precepto permisivo, extensivo a todo el pueblo de Israel, concedido por el bien común, para evitar las disensiones fami­ liares de aquellos cuya dureza de corazón era manifiesta. El bien común es también la causa explicativa de que la cizaña sea respetada en el campo del mundo porque, de otra suerte, el trigo se vería expuesto a ser arrancado con ella o el mundo se sentiría deso­ lado y yermo por la guerra civil que se originaría tratando de discer­ nir el trigo de la cizaña 215. Ante la invitación de «Peace» de examinar la afirmación de J. Cotton, según la cual es un mal «to tolerate seditious evill doers, seducing Teachers, scandalous liv e r s» 216, R. Williams, por boca de «Truth», opina que es una lamentable confusión identificar los «sedu­ cing teachers» con los «scandalous livers». Ambos conceptos, dice, son de naturaleza abiertamente diferente. Porque, ¿quién no es capaz de concebir que los falsos maestros, de la religión pagana, judía, turca o anticristiana, puedan estar libres de ofensas escandalosas así como de la desobediencia a las leyes civiles del Estado? Además, al confun­ dir personas de naturaleza tan distinta, se admiten implícitamente los procedimientos crueles e injustos de judíos y gentiles para con los mensajeros y profetas de Dios, con el mismo Señor Jesús, a quienes sus acusadores han catalogado siempre como obradores del mal y per­ sonas escandalosas 217. La serie de cuestiones examinadas por R. Williams, a las que esta­ mos aludiendo, finaliza con la exégesis de Ap 2, 14 y 20, cita escri- turística asumida por J. Cotton para negar la tolerancia y admitir la 214. Id., o . c ., 165-7. 215. Id., o . c .} 167-70. 216. Id., o . c ., 170. 217. Id., o . c ., 170-2.

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