PS_NyG_1982v029n002p0255_04110410

L a tolerancia en el pensamiento de . 365 corporal de los samaritanos no impide a los ministros del evangelio actuar, a la manera eclesial, contra los pecadores escandalosos pero no da pie a excederse de esta forma de actuación mientras no exista ofensa contra el Estado civil. — Aparte de la censura del Señor Jesús, en manos de sus oficia­ les espirituales, por un mal espiritual, ya sea en la praxis o en la doctrina, el Magistrado civil no puede infligir ningún castigo corporal porque o bien el Magistrado es un cristiano y, por tanto, de espíritu pacífico, sin intenciones de destruir los cuerpos de los hombres sino más bien de salvar cuerpos y almas o bien está dotado del carisma de la profecía que le impide invocar fuego del cielo, es decir, castigo corporal para tales transgresores, al recordar que Cristo vino al mundo no para destruir sino para salvar las vidas de los hombres. La fun­ ción del magistrado civil consiste a la par en preservar la paz civil y en no consentir que alguien la desestabilice. Solamente la ignorancia y el celo ciego de la segunda Bestia, el falso profeta, que describe el Apocalipsis (13, 13), afirma Williams, es capaz de persuadir a los poderes civiles de la tierra para que persigan a los santos, es decir, infligir juicios rigurosos sobre los hombres, al modo humano, haciendo creer que proceden de la justa ira de Dios contra tales herejes 201. 2 Tim 2 , 25-26 Las enseñanzas de esta segunda carta de Pablo a Timoteo con res­ pecto a la función del Magistrado civil se mueven en la misma di­ rección. — Si el Magistrado civil es cristiano o miembro de la Iglesia está obligado a sufrir pacientemente la oposición a su doctrina y a no tratar de reducir a sus adversarios con la espada civil, sino esperar a que Dios les conceda el arrepentimiento para llegar al conocimiento pleno de la verdad. Si se trata de miembros de la Iglesia, cuya doc­ trina resulta escandalosa —los escándalos contra el Estado civil han de ser castigados por el Magistrado civil— solamente el Señor puede devolverles el arrepentimiento y recobrarlos de los lazos del diablo, para cuyo fin están las terribles censuras de la Iglesia 202. 201. Id., o . c ., 131-3. 202. Id., o . c ., 135-6.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz