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200 P. CALASANZ regala al hombre los más diversos frutos. La «hermana tierra» es tan generosa y tan exquisita que viste a las flores con más magnificencia que Salomón. La «hermana madre tierra» es el suelo desnudo sobre el que Francisco quiere ser depositado antes de morir. Y el polvo «enamo­ rado» que gritará en las entrañas de la tierra la esperanza ardiente de la resurrección. Para Murillo — conciencia artística del Pobrecillo— la tierra es el punto de apoyo para que Francisco trepe hasta alcanzar a Cristo Cru­ cificado. La tierra es espacio amoroso que hace posible el abrazo de Cristo a Francisco. La «hermana madre tierra» se sintió santamente orgullosa el día en que el cuerpo del hermano Francisco, dormido en el sueño eterno, se tornó blanco y embalsamó el aire con el olor de la santidad y de la gracia. Loado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor y soportan enfermedad y tribulación. La figura de Francisco inspiraba una inmensa paz. Francisco, con los ojos vendados, reconcilió al alcalde y al obispo de Asís. En sus correrías apostólicas reconcilió a los hombres con Dios. En su Cántico une en un extenso y fraternal abrazo a todos los seres de la creación. Francisco pide perdón y perdona a los que le han hecho daño o a los que ha podido herir con sus pecados. Bienaventurados aquellos que las sufren en paz, pues por ti, Altísimo, coronados serán. La enfermedad corporal exige presencia de ánimo para no dejarse vencer por la soledad o la depresión. Con frecuencia, la experiencia del dolor es una llamada a la conversión y a la vida santa. Lo difícil es encajar la tribulación con sentido sobrenatural y en clave de fe. Y es que los agentes «normales» de la tribulación tienen una catadura moral repulsiva: intrigantes, delatores, resentidos, ambi­ ciosos, viles. Sufrir en paz la tribulación cuando los culpables se sien­ tan a juzgar y a dictar sentencia supera las fuerzas del hombre. Es imposible sin la fuerza de Dios, porque el perdón es privilegio divino. Pero los que perdonan por amor de Dios serán coronados.

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