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198 P. CALASANZ De ti, A ltísimo, lleva significación. Loado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas: en el cielo las has formado luminosas, y preciosas y bellas Es una «humanización» del cosmos por obra y gracia de la frater­ nidad. Todo adquiere bulto, dimensión y significación humana por la Encarnación del Verbo que «reinstaura» todas las cosas en Cristo. Francisco va tan lejos en su afán de comunión que llama a formar parte de su familia a todos los seres del universo. Todo el universo profesa la «forma y vida de los frailes menores». Todas las criaturas —y cada una por su nombre— visten la capucha de Francisco y se sientan a la mesa de la fraternidad nacida del amor: Fr. Francisco de Asís, Sor Clara de Asís, Fr. Jacoba de Setessoli, Sor Estrella del Cielo, Fr. Viento, Fr. Fuego, Fr. Lobo... Y con su sentido de concretez no se contenta con el nombre. Quiere la identidad concreta de cada hermano y hermana buscando los apellidos hasta entroncar a los seres de la creación con el árbol del Paraíso, que es la genealogía natural y con el árbol de la Cruz que es el nacimiento espiritual en Cristo. Loado seas, mi Señor, por el hermano viento, y por el aire, y el nublado, y el sereno, y todo tiempo. Es el primer hombre que «comulga» cordialmente con los elemen­ tos atmosféricos. Quizá el único que, hasta en el subconsciente, está de acuerdo con el «parte meteorológico» de Dios. Loado seas, mi Señor, por la hermana agua, la cual es muy útil, y humilde, y preciosa, y casta. Lo que pedía el poeta de «Eternidades» a la inteligencia se lo con­ cedió largamente a Francisco la naturaleza y la gracia lo hizo más sutil, directo y puro: «...Que mi palabra sea la cosa misma, creada por mi alma nuevamente». Es una valoración. ¡Qué ajustada y evocadora...! La cosa misma, recreada en amor y en belleza. El amor gestando y alumbrando la belleza con rostro fraterno. El amor desvelando la

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