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186 P. CALASANZ peramento de Francisco con dos voces de insuperable acierto: «el mí­ nimo y dulce» Francisco de Asís. La interpretación rubeniana que com­ pleta el hecho histórico o la composición legendaria deja un poso de amarga decepción en el alma. ¿Por qué modificar el final feliz de la florecilla con una nueva ruptura de hostilidades entre la población de Gubio y el lobo terrible y feroz? Quizá para resaltar más la necesidad del regreso de Francisco para la reconstrucción de un mundo más humano y habitable, más en conformidad con los designios de Dios. Nuestro pobre mundo pasa por una sicosis de inseguridad con reper­ cusiones peligrosas para la convivencia en fraternidad y para las rela­ ciones internacionales. Se respira un aire tóxico de agresividad, des­ confianza y resentimiento. Nuestro mundo necesita el regreso de Francisco porque los sín­ tomas de peligrosidad para la fraternidad humana son alarmantes: — El espíritu belicista ha rebrotado con inusitada virulencia en extensas zonas del planeta. Las palomas mensajeras de la paz van y vienen en asustado revuelo sin encontrar tierra firme para descansar o las ramas verdes del olivo para hacer su nido. — La guerra fría sigue sus maniobras y sus escaramuzas en una lucha sorda por el poder y la dominación del mundo. Las guerri­ llas, con su «picadura de avispa», mantienen en vilo a pueblos y naciones. — Hay pueblos cuyas generaciones jóvenes se han formado en un clima de destrucción, de odio y de revancha contra el enemigo. Las escuelas se han convertido en lugares de entrenamiento para la guerra. — La fabricación de armas es un negocio cada día más rentable en los países industriales. Se ha invertido el lema: «menos tan­ ques y más mantequilla». Los pueblos subdesarrollados pasan hambre pero compran armas. — La carrera de armamentos se está convirtiendo en una pesadilla de proporciones pavorosas. — La declaración de los derechos humanos viene desmentida por el descaro de los hechos consumados. — El «hermano lobo» ha sentido que en sus entrañas renace la fiera y merodea por los pueblos en busca de sangre... El autor del Cántico del hermano Sol es un cantor apasionado de la paz. A lo largo de su vida se ha presentado como mediador pací­ fico en los conflictos más diversos. Entre los barrotes de la cárcel

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