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P. CALASANZ integra en el misterio de la salvación y se inscribe en un orden nuevo que dilata los espacios del amor. La Encarnación crea una especie de «humanización» del universo entero y de comu nión entrañable entre todos los seres creados. La vivencia experimental y dinámica de la Paternidad divina espolea a Francisco al radicalismo evangélico en la forma de vida: pobreza, despojamiento total, minoridad, expropiación y servicio. Explica así mismo las exigencias del compromiso evan gélico, predicado a los hermanos en un contexto de «encarna ción» y de opción por los más necesitados. La experiencia de Dios Padre configura el talante franciscano de libertad, alegría, disponibilidad, deliberada inseguridad y encarnación en el mundo con iniciativas nuevas, arriesgadas y audaces en la vida y en el apostolado. Las criaturas son ontológica y teologalmente buenas. Dios Creador testifica que su obra es enteramente buena. La materia es buena y pura, el mundo es bueno y bello y, por lo tanto, amable —no «despreciable»— por una razón sencilla y pro funda: tienen como único principio a Dios y llevan la «signi ficación del Altísimo». Frente a la herética visión maniquea, de honda raigambre en su tiempo, Francisco predica y vive el optimismo creacional del Génesis. Francisco busca el mundo y lo ama entrañablemente. Su vocación es «ir» al mundo, «encarnarse en el mundo». El mundo es el campo de labranza para las sementeras del Evan gelio. El mundo es el campo de mies amarilleante y Francisco es cosechador de almas. O como dice galantemente el hermano a la Pobreza en un bello poema: «el mundo es nuestro claus tro, señora». El mundo entero: naturaleza, paisaje, seres inanimados, cria turas, valles, montañas y el pueblo donde viven, trabajan, se angustian y rezan los hombres es un «Camino de la mente hacia Dios». Francisco se apoya en el mundo para el divino a b r a z o con Cristo. El mundo es para Francisco un camino de perfec ción porque el Señor le escogió para enviarlo entre sus her manos los hombres. El Cántico es un poema que rezuma optimismo cósmico, huma no y teologal. Se alaba a Dios con todo lo que es, crea y pien sa. Es una aceptación cordial no sólo de Dios sino también
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