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142 E. RIVERA Tras el tema místico se le han ido siempre los ojos a Menéndez Pelayo, aunque lo haya estudiado meramente desde la vertiente esté­ tica. Es decir: «d esd e esta ladera », según frase acuñada por Dámaso Alonso. Consciente el gran crítico de que la mística española es la cúspide de la mística cristiana, opinión comúnmente compartida 14, la enjuicia desde la estética, diciendo que «aquella generosa escuela llevó la elocuencia castellana al grado más alto a que puede llegar lengua humana, convirtiendo la nuestra en la lengua más propia para hablar de los insondables arcanos de la eternidad y de las efusiones del alma, hecha viva brasa por el amor» 15. Empalma con esta concepción de la mística como brasa de amor, su atestado sobre los místicos francisca­ nos: «Desde los tiempos, escribe, del abrasado Serafín de Asís y del Beato Jacopone de Todi y de Ramón Lull, parece que los franciscanos han tenido vinculada la filosofía del amor, de que es maestro San Buenaventura, como de la especulativa lo es Santo Tomás. Los libros más clásicos y bellos acerca del amor de Dios, durante el siglo xvi, son debidos a plumas de frailes Menores, y entre todos ellos daría yo la palma, de buen grado, al extremeño Fr. Juan de los Angeles» 16. Si volvemos ahora la mirada hacia atrás para dar con el origen histórico de esta floración de mística franciscana, hallaremos que la fuente primera es San Francisco, como hontanar profundo en manan­ tío perenne. Pero que el transmisor autorizado de este mensaje doc­ trinal es San Buenaventura. De él, en efecto, escribe nuestro polí­ grafo: «San Buenaventura influye más que él (Santo Tomás) en los místicos posteriores, especialmente en los de la escuela española, quie­ nes convirtieron en asidua lectura suya el Breviloquium y el Hiñera- rium mentis in Deum, de cuyos pensamientos están sembrados sus escritos» 17. Obviamente, por exigencias de su mismo programa, Menéndez Pelayo se detiene en los místicos franciscanos españoles. Dos sólo queremos mentar por ser los mejor estudiados por el maestro. El nom­ bre del primero ya lo conocemos: Fray Juan de lo s Angeles. Hoy ya es un autor imprescindible en la historia de la mística y de la lite- 14. Fr. U e b e r w e g s , Grundriss der Geschichte der Pbilosophie, Dritter Teil, Berlín 1924, 207. 15. Historia de las Ideas Estéticas en España, II (Ed. Nac., t. 2), Santan­ der 1947, 83. 16. O. c.t 90. 17. O. c., I (Ed. Nac., t. I), 398.

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