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SAN FRANCISCO, DESDE LA HISTORIA. 151 te. Unamuno lee en uno de sus poetas favoritos, «el dulcísimo Words- worth» — así le llama— un soneto que canta el hondo contenido de la obra de I. Walton: El perfecto pescador de caña — The compleat anger— . El soneto pondera cómo Walton nos enseña en su pequeña obra a escuchar reverentemente cada revelación que la naturaleza pro­ nuncie desde su rural santuario. Unamuno anota a su vez que el libro de I. Walton ha venido a hacerse clásico en la literatura inglesa e invita a regustar las apacibles y tranquilas páginas del mismo. « ¡Y qué calma tan sedante, qué reposo se exhala de ellas»! , exclama con religiosa veneración. Y como comentario a estas exclamaciones añade: « ¡Qué sabroso descanso el de sentarse a la orilla del río y a la sombra de un álamo, a dejarse vivir en suave baño de resignada dejadez, mirando correr las aguas! ¡Qué secreta escuela de resignación y de calma! ». ¿Habrá alguna página más deliciosamente sedante que ésta en la que Unamuno quisiera ver el reflejo de su alma agitada en el tranquilo candor del agua? En la respuesta a esta pregunta hay que anotar, una vez más, que es el esclavo quien mejor canta los goces de la libertad. Aquí la apasionada alma de este luchador se encuentra con un remanso de esa paz, por la que suspira y que nunca llegará a posesionarse de su existencia. Desde nuestra perspectiva franciscana hemos de señalar que, en el comentario que hace Unamuno a las aguas tranquilas que contempla silencioso El perfecto pescador de caña, viene a su mente el recuerdo de San Francisco. Y en este silencioso santuario del agua tranquila no evoca la figura del Santo sino que repite una maravillosa estrofa del himno en que las creaturas alaban al Hacedor. Entusiasma y sobrecoge que, en medio de la descripción de este idilio de paz, se rompa la monótona simetría del texto para dar paso a estos dos versos inmor­ tales de San Francisco, reproducidos en su lengua original: «Laudato si, mi Signore, per sor Aqua la quale é moho utile e umile e preziosa e casta». Y ahora el comentario de Unamuno: « ¿Y qué mejor retiro para contemplar, que junto a la hermana agua, que es muy útil y humilde y preciosa y casta»? 34. 34. Ensayos. El perfecto pescador de caña. Después de leer a 'Walton, en O. C., I, 1183-1193.

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