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REFLEXIONES EN TORNO AL CÁNTICO. 107 que hace Jung es explicar, a su manera, aquellas frases de Freud: «Las representaciones religiosas no son ni precipitados de la experiencia (esto es, no hay un Dios a quien se pueda experimentar ni realidad religiosa) ni resultados finales del pensamiento, sino que son reali­ zaciones ilusorias de los más primitivos, intensos y apremiantes deseos de la humanidad» 12. Y está claro: si no hay Dios, tampoco puede obrar. Parece trivial, pero es perfectamente lógico y, además, de con­ tenido decisorio. Dios es sólo la máscara y si es una figura lo es con respecto a las realidades psíquicas que hay en el hombre. Nunca será una figura en el hombre que apunte hacia un Dios como anverso de ese reverso. El «Innenwelt» de Jung no es más que el «Ausserwelt» en proceso de individuación hacia el «Selbst», pero sin Dios en nin­ gún sentido. Esta interpretación de la experiencia religiosa como contenidos del íntimo del hombre en la línea de Jung, nuestro autor la supera por la comprensión de un Trascendente que, en Fenomenología científica de la Religión, se expresa con el nombre del «Misterio», «Fuerza Im­ personal» objetiva o bien como realidad difusa desde lo que se cons­ tituye el ámbito de lo sagrado y hacia lo que apuntan el sol, la luna, la tierra, etc., como vehiculantes simbólicos de lo sagrado 13. En efecto, parece que todas las religiones, salvo el budismo, creyeron en la exis­ tencia de entes-dioses que, al no poderles encontrar en persona, tenían que simbolizarlos en las cosas existentes: sol, luna, etc. Este Trascendente en filosofía se le diría, más bien, en términos del «Englobante absoluto» («das Umgreiffende»), Primer Motor, la Sustancia etc., o simplemente el «totalmente otro». Hasta Nietzsche tiene un gran canto al «unbekannte Gott», al Dios desconocido. Contra lo que nos dice la Fenomenología y la Filosofía en torno a Dios y en torno al lenguaje que usa para designarlo no tengo nada, en principio, que objetar. Posiblemente, allí donde no hay revelación personal de Dios, tengamos que expresarlo según aquel lenguaje. Lo que me niego a aceptar es que el Dios cristiano del Evangelio, la experiencia cristiana de Dios, sobre la que hablaremos, pueda adquirir 12. Citado por H an s K üng en Existiert Gott?, p 320 de la traducción ita­ liana. Una primera explicación de Jung, cf. en el libro de Küng desde la p. 327 ss. con bibliografía. 13. Cf. el párrafo tercero del capítulo primero: La dimensión archétypique des images en que propende a interpretar al «sol», a la «luna», etc. como porta­ dores del «sacro» en el sentido de la Fenomenología de las Religiones y que supongo conocido.

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