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104 I. MANZANO no sólo con respecto a nosotros, sino que es así con respecto a Fran cisco. Repito, en cuanto «texto». En cuanto texto es una estructura significativa que no se identifica con el significado indirecto y fun damental. Sin embargo, hay que hacer una distinción fundamental entre el creador de un texto y otro creador de otro o igual texto. Se trata de ver la relación existente entre un texto, lenguaje simbólico, con respecto a su creador. Porque conforme a quién sea el creador del texto, así este texto cambia su significado segundo o éste viene, ulte riormente, mediatizado. Así, por ejemplo, supongamos que yo soy quien, viendo la experiencia de Francisco, y que yo no tengo, com pongo el texto del Cántico. En este caso, el texto significa muy leja namente la experiencia de Francisco y en todo caso mediatizada por la experiencia poética (creativa) mía, experiencia poética que no coin cide con la experiencia de Francisco que yo quiero expresar. Pero si es Francisco el creador del texto, éste tiene una conexión y una refe rencia directa e inmediata con su experiencia. Esto no quita que Francisco tenga que eliminar la capacidad poética natural que hay en él para componer el texto. Este análisis precedente pone y expresa la diferencia existente entre un «poeta» en general y el experienciador poeta. Esta distinción no la veo en Ricoeur ni en los que están dentro y trabajando con la «hermenéutica» de Bultmann y creo que es necesaria. Si se admite esta distinción, toda reducción o intento de interpretar el texto creado por la primitiva experiencia cristiana, eliminándola y refiriendo el texto a nuestra existencia actual, está ya falsificada en su raíz. Esta distinción es también importante bajo otro punto de vista, a saber: el poeta queda en libertad absoluta para construir su texto, por supuesto; pero queda en libertad también para poetizar desde esta experiencia estética o desde aquélla otra. El poeta «experienciador» dispone de libertad para crear este o aquel texto, pero queda ligado a la experiencia de la que el texto nace. Y como esta experiencia no la puede cambiar, pues que le es impuesta o dada, resulta que el sen tido secundario, indirecto, etc., está estrictamente cualificado y deter minado en dependencia de esta experiencia dada. Esto es, que la única interpretación válida es la interpretación del texto en referencia a esa experiencia y no a alguna otra. En pocas palabras: no es lo mismo un texto referido a contenidos estéticos que, de sí, no son absoluta mente normativos, que un texto que esté referido a la realidad. En
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