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REFLEXIONES EN TORNO AL CÁNTICO. 129 sería una invitación a la alabanza del Señor por parte de los Frailes, ala­ banza mediante la cual anunciarían a los demás las grandezas del Señor para su conversión. Razón: las palabras de la Carta a toda la Orden: «Alabadlo, porque es bueno, y enaltecedlo en vuestras obras, pues para esto os ha enviado al mundo entero, para que de palabra y de obra deis testimonio de su voz y hagáis saber a todos que no hay otro Om­ nipotente sino E l» 46, en combinación con aquello de la Regla prime­ ra: «...humildemente les rogamos y suplicamos todos nosotros, herma­ nos menores, siervos inú tiles...»47, con lo que nos dice la Leyenda Perusina de que quería que se terminara la predicación con el canto del Cántico de las criaturas48. Sea de esto lo que fuere, está claro que en Francisco hay una fuerte llamada a la alabanza del Señor como modo de anuncio de El a los demás. También pertenecen al patrimonio espiritual los contenidos expre­ sados en las estrofas 10-13. En concreto, sobre la muerte en combinación con la condenación se puede ver la descripción vivida de la misma en la Carta a todos los Fieles49 y en combinación con la salvación en la misma Carta50. En cuanto al sufrir en paz las tribulaciones y las debilidades del cuerpo puede verse, por ejemplo, en la Exhortación cantada a Santa Clara y sus Hermanas, las estrofas 5-6: «Las que se hallan afligidas por enfermedad y las otras que os afanáis por atenderlas, todas por igual soportadlo todo en paz. Que sean altamente caras vuestras fatigas, ya que cada una será reina en el cielo, coronada con la Virgen María» 51. Además, es tema continuo en San Francisco el de caracterizar al siervo de Dios por el soportar las flaquezas y debilidades, ya sean internas ya nos provengan desde fuera. No digamos nada sobre eso del perdonar, tema fundamental y que constantemente aflora en sus escritos. En estas cuatro estrofas tenemos un contenido estrictamente «hu­ mano», pues se trata de «acciones» del hombre. Acciones en las que se juega y juzga la buena o mala conducta cristiana del hombre y, en 46. CtaO, n. 8-9:63. 47. Cap. 23,n. 6: «les suplicamos humildemente» y n. 7: 108. 48. LP, n. 83: 650. 49. CtaF, n. 63 ss.: 58 s. 50. Ibid., n. 31 y 48: 57. 51. ExhCl: 127. 9

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