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REFLEXIONES EN TORNO AL CÁNTICO. 119 De un golpe, se ilumina la realidad del origen y se nos da así la clave para entender ese epíteto de «hermanas» con que Francisco llama a las criaturas todas. Celano en el texto mencionado, comienza la frase constatando: «Finalmente, a todas las criaturas llamaba hermanas y, de modo eminente...». Y es porque las cosas todas, el sol, la luna, el hombre, etc., todas son iguales a causa de este origen maravilloso que es el de la creación. Todos, por igual, somos así «hijos» de Dios. Hay en Francisco otro motivo, también maravilloso, por el que los hombres, en cuanto siervos de Dios son hermanos de las criaturas y de Jesucristo. Este motivo es por razón del servir a Dios. Nosotros somos hermanos de Jesucristo cuando «cumplimos la voluntad del Padre» y Jesucristo es hermano nuestro en cuanto «hizo la voluntad del Padre» 33. El servir al Padre nos iguala a todas las demás criaturas ya que «todas las criaturas que están bajo el cielo sirven y conocen y obedecen, a su modo, a su Creador mejor que tú» 34. Un mismo origen, una misma vocación de servicio hace que el Siervo Jesucristo, los hombres que sirven a Dios y las creaturas sean hermanos. En consecuencia, no hay que echar mano de ninguna contamina­ ción, de ninguna impregnación materialista para hacernos «hermanos» del sol y de la luna, del viento, etc., como cree Leclerc 35. Después ya la denominación de «hermano» o «hermana» es sim­ plemente debido a la idiosincrasia de la lengua latina en general, de las lenguas neolatinas, del dialecto umbro. Yo me pregunto qué hubie­ ra sido si Francisco hubiera escrito el Cántico en lengua alemana, en la que el sol es femenino y la luna, masculino. Y el embrollo se hu­ biera acrecentado al llegar a nombrar al agua que es neutro en alemán. De todos modos no creo que haya necesidad de recurrir a ninguna «anima» ni a ningún «animus» para explicarse esto; ni tampoco a ningún «yang-yin» chino36. En resumen, Francisco a lo largo de toda su vida después de la conversión y, de modo especial, ahora a la hora de componer el Cán­ tico, vive una experiencia muy profunda, real y cristiana, de Dios: Dios actúa y obra realmente a niveles diversos. En él obra y actúa 33. En la 2 CartV, n. 52, 6 y 9-10: 55 s. 34. Ádm, 5: 79. 35. Cantique , 30. «Toutefois, ...i! faut ...dans son passé», es decir en el arquetipo colectivo. 36. Gtado por S o lso n a , en Selec. Franc., 23.

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