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REFLEXIONES EN TORNO AL CÁNTICO. 113 Esta unión profunda de Francisco con Dios es real y vivida; es su vida 26. Y esto, diríamos con Santa Teresa, «visto por experiencia, que es otra cosa que pensarlo». Esto que venimos diciendo será, sin duda, «lenguaje simbólico» para nosotros que no hemos experimentado estas cosas. Pero no lo es así para el gran «experienciador de Dios». En esta intimidad supre­ ma de la criatura con Dios, en virtud de esta acción masiva de Dios en el hombre, aparece la limitación y la indignidad propia; diríamos que el pecado aparece aquí como una nueva magnitud y en una claridad nueva. Pero no para provocar una alabanza indirecta al Altísimo por un volverse a las criaturas para alabarlas. Todo lo contrario, el hom­ bre así tocado se afinca y centra en solo Dios. Ledere cree que Francisco en el Cántico abandona al «Altísimo» como término de la verticalidad del espíritu (terminología que no me gusta, pues Dios es «inmanente» en el «centro» del hombre) para darse a una alabanza «horizontal» de las cosas o del cosmos. Pero el argumento de Ledere es mero juego de palabras. En efecto, «loado seas mi Señor» no puede referirse más que a Dios. Por otra parte, el término de «Altísimo» Francisco lo une muchas veces al más concreto de «Dios». Así en el texto de la Admonición séptima que hemos citado previamente. Lo mismo en el capítulo 23 de la Primera Regla: «Omni­ potente, santísimo, altísimo y sumo Dios». El Dios de Francisco es el Dios concreto y que actúa y no el «Altísimo» de la Fenomenología. Lo que pasa es que, justamente porque Dios se da tan espléndida­ mente, Francisco ve en ese darse de Dios su dignidad y su grandeza. Hay aquí una dialéctica real y ontologica de presencia e inmensidad de Dios. Lo uno no quita lo otro ni lo elimina. Por el contrario, se autoponen. Mientras no se haya llegado a esta profundidad no se tiene la llave principal para poder interpretar el Cántico de las Criaturas. A esta experiencia de Dios es a la que él hace referencia. Y hace referencia a esta experiencia porque él, el Cántico, no es más que una manifes­ tación o un texto provocado por esta experiencia extraordinaria de 26. No entramos en un estudio técnico de la experiencia de Dios, ya que ello está expuesto asaz claramente en los biógrafos del Santo. Por otra parte, ha sido objeto de estudios minuciosos por parte de autores modernos. Cf. en particular F. De B e e r , La Conversión de Saint François selon Thomas de Celano, Paris, Ed. Franciscaines 1963; J. L ortz , Der unvergleichliche Heïlige, Düssel- dorf, Patmos-Verlag 1952. S

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