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94 MIGUEL G. ESTRADA A uno le llama la atención el nulo interés que, según el biógrafo franciscano, muestra aparentemente San Francisco ante la cercanía del Papa. Claro que el Santo soportaba entonces una dolencia de la vista. Pero ocurre pensar que San Francisco, familiarizado con el dolor, hu­ biera visitado al papa a pesar de su malestar, si hubiera tenido un poco de interés en ello. Además que si podía pasar muchos ratos al día recibiendo a los curiales que llegaban hasta él, también podía haber reservado su tiempo y su interés para visitar a Honorio I I I . Pero lo cierto es que no lo hizo. Más aun; de la lectura del Espejo de Per­ fección uno tendería a sacar la conclusión de que a San Francisco le trajo sin cuidado la cercanía de Honorio I I I . Pero esto, el desinterés un tanto despectivo frente al papa, es impensable en San Francisco. El papado — el papa— , fue algo muy querido y respetado por San Francisco, a pesar de que aquel su decisivo primer encuentro con la Santa Sede en tiempos de Inocencio I I I le dejara un tanto desilusio­ nado. Lo que pasa es que San Francisco se sentía indigno, demasiado insignificante. Y no quería molestar al papa envuelto en grandes queha­ ceres. ¡El carisma franciscano y la institución jerárquica papal eran cosas tan distintas! Pertenecían no a dos mundos opuestos, pero sí a dos realidades eclesiales muy diferentes. Que es exactamente la idea que está a la base de toda esta escena. CONCLUSIONES Y bien; atrás quedan descritos y estudiados los encuentros cara a cara entre el carisma franciscano y la institución jerárquica eclesiástica. Al llegar aquí, y en un intento por comprimir las cosas, resumamos en algunas conclusiones lo que acabamos de estudiar en forma más extensa. He aquí las tres conclusiones a retener y que, en mi criterio, son las más sobresalientes. 1. S an F r a n c isc o a c e p t a la in s t it u c ió n JERÁRQUICA ECLESIÁSTICA Desde luego ésta sería la primera actitud de San Francisco a tener en cuenta. San Francisco parte de la inviabilidad de toda obra seria dentro de la Iglesia, en el orden de la santidad personal o en la fun­ dación de obras apostólicas, al margen de la jerarquía eclesiástica. No

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