PS_NyG_1982v029n001p0041_00990410

SAN FRANCISCO Y LA JERARQUÍA ECLESIÁSTICA 73 Asís. Porque es que la coincidencia o disconformidad entre el deseo reformador de ambos hombres, incidirá grandemente en la postura que tome San Francisco frente al papa, que es lo que aquí nos interesa sobre todo. Si entre el papa y San Francisco hubiera existido coinci­ dencia de fines y métodos, entonces no sería posible hablar de que Inocencio III no comprendió del todo a San Francisco. Y lo con­ trario: si el ideal reformístico de Inocencio III lo hubiera encarnado San Francisco no sólo el papa hubiera apostado rápidamente por el santo y su proyecto evangélico de vida sino que lo hubiera apoyado con todo su inmenso poder. Pero, ¿fue así? ¿apostó o no apostó Ino­ cencio III por San Francisco de A sís? No, no apostó el papa por el santo. Pero, ¿por qué? Desde luego que San Francisco quería intentar un modo de vida del todo evangélico. Cierto también, por otra parte, que Inocencio III quería sinceramente una Iglesia santa, con la santi­ dad que Cristo vino a predicar en el Evangelio. Sobre los deseos de ambos no cabe dudar. Sólo que los métodos no coincidían en abso­ luto. San Francisco quería una reforma desde la pobreza, desde la fraternidad sencilla, desde la humildad, desde el desprecio de toda pompa y riqueza, desde la lejanía del poder y del dinero. Pero Ino­ cencio III quería la reforma de la Iglesia desde otros métodos. Exac­ tamente desde estos: «El supuesto para esos empeños —la reforma de la Iglesia, soñada por Inocencio III— fue un señorío sobre la cristiandad, efectivo y no sólo pretendido, la posesión de un eficaz dominium orbis christiani, al que iba anejo la posibilidad de imponer hasta las últimas fronteras de la cristiandad la voluntad pontificia con sus proyectos, armonizaciones y esclarecimientos. Por eso, se puede en síntesis afirmar de este pontificado señero de la alta Edad Media, que intentó llevar a cabo un espiritual dominium mundi » 44. Inocencio III opinaba, en resumen, que teniendo poder se santi­ fica el poder, que teniendo dinero se santifica el dinero, que la ciencia es salvable desde la ciencia. San Francisco no es que negara la validez de ese método en sí. Sólo que no le quería para sí y los suyos. El, San Francisco, quería salvar al dinero desde la pobreza, quería puri­ ficar los peligros de la autoridad rehuyendo el poder, prefería ser igno­ rante para curar la soberbia de los que saben. Eran, por tanto, dos caminos, dos metodologías, los de Inocencio III y San Francisco de Asís, que no se encontraban salvo en que los dos querían servir y amar 44. H. Jedin, o. c ., 240.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz