PS_NyG_1982v029n001p0041_00990410

sus criterios sobre la vida religiosa y en concreto sobre la forma de vida franciscana, eran, en aspectos muy vitales, distintos. Pero su dis­ paridad de criterios, muy clara en puntos aislados, no les impedía ser amigos y quererse de verdad. Insistamos, entonces, en esta amistad porque ello nos ayudará a entender mejor el interés y el tono del «encuentro» del cardenal Hugolino con San Francisco, con el Fun­ dador de aquel incipiente y contestatario grupo religioso. Y antes de nada insistamos en que el dato de la gran amistad que unía a aquellos dos hombres es cierto. Y probando esa amistad tenemos numerosos testimonios. Entre tales testimonios podemos traer las propias pala­ bras de Hugolino en diversas y solemnes ocasiones de su vida. Valgan dos citas, entre las muchas que podríamos traer a cuento, y que nos hablan elocuentemente de esta amistad. Apenas muerto, San Francisco fue canonizado. Y lo fue por su amigo, entonces ya papa, Gregorio IX. Y en la Bula, de canonización de San Francisco escribió Hugolino, Gregorio IX , añorando y recor­ dando a su amigo, ya muerto y ahora glorificado: «Como Nos, pues, hubiésemos conocido plenamente por la mucha familiaridad que tuvo con Nos, cuando estábamos constituido en cargo inferior, las acciones sobresalientes de su vida g loriosa ...»27. Ese mismo tono de amistad fuerte y sincera con San Francisco lo podemos ver también en otra ocasión cuando el amigo papa escribe sobre la Regla de San Francisco. Entonces escribe Gregorio IX estos juicios llenos de cariño y comprensión: «Y puesto que por la larga familiaridad que el mismo confesor tuvo con Nos, conocimos más plenamente su pensamiento, y habién­ dole ayudado a redactar la predicha Regla y obtener su confirmación de la Santa Sede Apostólica, cuando todavía estábamos constituidos en cargo inferior» 28. Y estos testimonios de amistad podrían fácilmente multiplicarse. Es cierto que San Francisco sintió también un afecto sincero por el gran cardenal, en quien admiraba su autoridad, su virtud y su pru­ dencia. Por su parte, es cierto que el cardenal Hugolino se sentía SAN FRANCISCO Y LA JERARQUÍA ECLESIÁSTICA 61 27. G regorio IX, Mira circa nos, 19-7-1228. 28. G regorio IX, Quo elongati, 28-9-1230.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz