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42 MIGUEL G. ESTRADA conversión, al ser desheredado por su padre, Francisco se atendrá al juicio de la Iglesia y se acogerá a su protección. Cuando Dios le dé hermanos (Tes 14) su primer propósito será ver aprobada su forma de vida por la Iglesia... En la terminología de Francisco obediencia y reverencia al señor Papa tienen un sentido más que jurídico. A pri­ mera vista, Francisco traduce en términos medievales de vasallaje feudal su relación con la autoridad. Sería ignorar que para él la fe tiene como forma propia la actitud obediencial, que considera a todos, y en primer lugar a los Ministros de Dios y especialmente al Papa, como a sus señores» l. La cita, como se ve, merecía la pena porque en ella se compendia muy bien cuanto se ha venido repitiendo desde siempre sobre ese espíritu obediencial y esa sumisión de San Francisco a la autoridad jerárquica de la Iglesia. Efectivamente, como dirá A. Gamelli, «San Francisco es el hijo fidelísimo de la Iglesia»2. Que es repetir por enésima vez lo que escriben la mayor parte de los autores francisca- nófilos. Pero en el extremo opuesto a esa literatura franciscana más o menos piadosa o franciscanófila, está otra literatura franciscana de amateur acrítico o de prejuicio refinado que entiende a San Francisco de forma diametralmente distinta. Hubo un tiempo en el que se pre­ sentó a San Francisco como prototipo del cristiano levantisco, del cristiano que para imponer sus puntos de vista religiosos se enfrenta de forma arisca con las estructuras eclesiásticas y con la jerarquía que apoya o personifica esas estructuras. San Francisco sería, según esta manera de entenderle, el primer protestante auténtico3. También se ha repetido, ya en nuestros días, que San Francisco fue un contestario decidido y recalcitrante, como esos que pululan un poco por todas partes. ¿Es esto cierto? ¿Se levantó San Francisco contra la jerarquía religiosa de forma protestona o contestaría? ¿Qué pose adoptó San Francisco al intentar vivir y presentar su carisma frente a la jerarquía de la Iglesia? Lo vamos a ver en las páginas que siguen. 1. J. G arrid o , La forma de vida franciscana, Aránzazu 1975, 141. 2. El franciscanismo, Barcelona 1940, 13. 3. Lutero fue ya un admirador de San Francisco. E. M ic h elet , en su His­ toire de France, t. II, Paris, Flammarion, s. a., presenta a San Francisco como precursor de la Reforma. E. R enan hace del Santo un protestante en su Saint François d}A ssise, en Nouvelles études d’histoire religieuse, Paris 1884, 323-351.

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