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SAN FRANCISCO Y LA JERARQUÍA ECLESIÁSTICA 59 2.2. El cardenal Hugolino 2.2.1. Importancia de Hugolino en el carisma franciscano Pero, además de Juan de San Pablo, aparece en la vida de San Francisco otro cardenal. Su nombre es familiar para todo el que conozca, siquiera sea superficialmente, la historia primera del francis- canismo: cardenal Hugolino. He aquí el hombre que más influyó —demasiado según algunos— en los avatares del carisma franciscano, después del propio San Francisco. El cardenal Hugolino, primero como cardenal y luego como papa 23, fue sin duda alguna el eclesiástico que más tuvo que ver con sus consejos, con sus imposiciones y con sus tolerancias en el carisma franciscano. Hombre de extraordinaria perso­ nalidad, con una visión muy precisa de los intereses de la Iglesia, con sincera y entrañable amistad hacia San Francisco, con poderes dele­ gados o propios para hacer y deshacer, como «protector» de la Orden o como papa, con autoridad para favorecer o bloquear el carisma fran­ ciscano, Hugolino tuvo en sí todo lo necesario para marcar con sus intervenciones la naciente forma de vida evangélica en clave francis­ cana. No vamos a caer en exageraciones respecto de la importancia que de hecho tuvo en la interpretación franciscana de la vida la presencia de aquel hombre. Aun admitiendo la enorme importancia e influencia del cardenal Hugolino, nos parecen inadmisibles, por exageradas, cier­ tas opiniones sobre el particular. Para algunos, sin la intervención de Hugolino el proyecto franciscano de vida evangélica hubiera muerto apenas nacido24. Para otros, Hugolino no fue ningún salvador sino que mató, efectivamente, el auténtico carisma de San Francisco, enca­ sillándole en los moldes canónicos del tiempo e imprimiendo en el nacimiento grupo religioso un género de vida que de franciscano no 23. Como sería violento y no tendría mucho sentido aquí disociar esos dos aspectos de su persona —cardenal y papa— vamos a estudiar en lo que sigue la figura de Hugolino como papa y cardenal indistintamente. 24. El P. Beguin, a pesar de ser un gran conocedor del franciscanismo, es­ cribe en este sentido la siguiente afirmación, que a mí me parece inadmisible: «es cierto que sin la mediación continua de Hugolino, primero como cardenal protector y luego como Papa, no habría sobrevivido en la Fraternidad lo más esencial y original del espíritu franciscano» ( San Francisco y la Iglesia; defensa de un carisma , en Cuadernos Franciscanos de Renovación 28 (1974) 214).

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