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LA PRIMERA ORACIÓN DE SAN FRANCISCO 15 el evangelista (Jn 2, 11) que Jesús manifestó su gloria (&ó£a). El mis­ mo Jesús increpó emocionadamente a los tres de Emaús, afirmando que era precisa su muerte — ¡la proeza de su pasión!— para entrar en su gloria: la gloria objetiva de su heroicidad, que daba paso a la gloria objetiva del cielo {Le 24, 25 s.). Claro que, como dije, el término también tiene sentido subjetivo (peyorativo). Así miles gloriosas (T e r e n c io , Eun. Prol. 31, 38) es el «soldado fanfarrón». Con ese título y sentido jactancioso escribió Plauto una pequeña comedia que, por ignorancia y adulación, dio pie al título pomposo, atribuido a Francisco Franco, Hispaniae miles glo- riosus (lit. «soldado fanfarrón de España»), cosa que ciertamente no era el general. Todavía reaparece el Miles gloriosus en una obra de Matthieu de Vendôme, s. x n (cf. E. F a r a l , Les Arts Poétiques du X II et du X III siècle, Paris 1958, 3 s.). Este sentido se comprueba en Prov. 25, 14 (Vulg.): «Nubes y viento sin lluvia / es el hombre fan­ farrón (vir gloriosus) que no cumple sus promesas». Advierte C ic e ­ r ó n {De off. 1 , 38, 137) que es irrisoria la fanfarronería del «Miles gloriosus» de la comedia plautina. El orador latino avisa en otro lugar {De fin. 1 , 11 , 37) que el predicado glorioso debe fundarse en hechos ilustres y hazañas (LEW 818). b) En cuanto al uso litúrgico «gloriosus» no se aplica a los dio­ ses romanos, según parece. Pero, en cambio, su equivalente xóótaxo;, «gloriosísimo», lo refiere Homero al dios supremo, Zeus, cinco veces (por ej., II. 2, 412) y al generalísimo de los ejércitos griegos, Aga­ menón, diez veces (por ej., IL 2, 434). Paralelamente, gloriosus se emplea en especial de las divinas Personas en el culto cristiano (SOU 163), y por lo mismo, se caracteriza como gloriosa la transfiguración, la pasión y la resurrección de Cristo — solas esas tres acciones— y aun se le apostrofa como Rex gloriose martyrum. El heroísmo de sus testigos permite que se les apellide gloriosos, por su conexión con Cristo, haciéndose extensivo el apelativo a otros santos y especialmen­ te a la Virgen María (BLAISE Voc 330-333; BRUYLANTS 241 s.; PFLIEGER 267-269). Gloriosus pertenece al lenguaje litúrgico teológico (LATH 213). Concretando más, en el léxico cristiano y litúrgico este adj. denota «cargado con el peso de la gloria de Dios», la 8o£a y gloria veterotes- mentaria de Yahvé, aunque este pleno sentido comienza a debilitarse poco después de Francisco, desde la segunda mitad del siglo xm

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