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LA PRIMERA ORACIÓN DE SAN FRANCISCO 13 no sólo en la altura (cf. S. G il í G aya , Dicc. de sinónimos, Barcelona 1968, 329). E sto se echa de ver también en el adv. summe (en el más alto grado) y en el adj. summas, aüs (del más alto rango). Añadamos que summus sustantivado, es «el más importante» y otro adv. summum es «lo más alto» en sentido figurado, no físico, pero también «lo más grande, lo mayor, lo más distinguido» (LEW 1811). Me inclino a pensar que en Francisco equivale a infinito, que él emplea una sola vez, pero no aplicado a Dios, sino a la eternidad ( Epist. ad Fid. II Red. 62). Notemos que la concepción del Dios sumo es de origen estoico. Summus, ya entre los clásicos, tiene el sentido fig. de «lo más alto, lo más grande, hasta los límites», como en los escritores cristianos: B ern a bé 10, 23; 15, 6. Incluso es sobrenombre de Dios, así en el poeta cristiano C onmodiano , Apol. 26 (BLA ISE , Dict. 793). Desde la más remota antigüedad se concibió a los dioses y reyes, como de mayores proporciones, de mayor corpulencia (no sólo altura) que los demás hombres, sus subordinados. Testigo de esto la abundan­ te plástica egipcia y mesopotámica. Esa es la base de los tratamientos «majestad (de maior, mayor), alteza, eminencia, excelencia». b) Aunque parezca extraño, en el culto pagano summus no se predica de los dioses, pero sí en la literatura. A sí A p u le y o (De mun­ do 25 y 27) summus divum y (De Plat. I 11 y 12) unus et summus ultramundanus\ en la Vidg. recurre pocas veces, y en la mayoría de los casos no se atribuye a D ios. Como epíteto de los dioses se encuen­ tra abundantemente en Homero (II. 5, 756; Od. 19, 303), aplicado al D ios supremo, Zeus, no sólo en el sentido de altísimo, sino también «el más sublime, suprem o», aludiendo generalmente al rango, aunque en su sentido propio sea espacial. Después se aplica también a otros dioses, significando «e l más perfecto, el m ejor» (P ín d aro , O I. 1, 100; Pit. 6, 42; S ó f o c l e s , Ant. 1332 en el sentido de «el más excelen­ te » ) ( B a i l l y 1995). Paralelamente al lat., este íkaxo; homérico es superl. de la prep. ¿rcsp, super, de la que derivan summus y supremus. No recurre en el NT, pero se cuenta nueve veces en los LX X , tradu­ ciendo cuatro diferentes términos hebreos, refiriéndolo siempre a los altos cargos de la magistratura del E stado , como, por ej., al cónsul romano. c) En la liturgia no comienza ninguna invocación con summe Deus, y menos con summe gloriose (cf. G E L 302; VICH 315). Una sola vez, y no como invocación de la oración, sino después de seis

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