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LA PRIMERA ORACIÓN DE SAN FRANCISCO 29 de los escritores eclesiásticos). Así T ertu liano , An. 18; Arnobio 3, 8 (BLAISE Dict. 752). El mismo uso se constata en la liturgia, aunque una vez significando sentido corporal, en el Misal Romano (Siete Dol. V. María) (PFLIEGER 629). Es más usual en el Sacramen­ tarlo Lenoniano (24 veces) con diversas matizaciones, alguna vez en sentido propio (BRUYLANTS 596; R. F a lsin i, I Postcommuni del Sacramentarlo Leoniano, Roma 1964, 102-104. Frecuente en VER 407, en el sentido fig.). d) A la pluma de Francisco sólo acude esta expresión dos veces, además de este lugar. Una vez habla de sensus animae et corporis (Exp. Pater Noster); otra (Reg. non bull. 24, 1), con significado inte- lectualista. C ognitionem a) Etim. por su desinencia (tanto en lat. -tío, como en castellano -ción) cognitio (del v. cognosco, cf. ‘fqvtóoxco, «conocer») es cognición o conocimiento, es decir, acto cognoscitivo o perceptivo de la realidad de las cosas; también es el efecto de ese acto, la adquisición o pose­ sión del conocimiento, en sentido abstracto y concreto (ERME 790). Es «conocimiento como consecuencia de la percepción sensible o del ejercicio de las facultades mentales» (LEW 361). Es así mismo la capacidad de conseguir conocer, la «comprensión», cuyo sentido me parece aquí preferible (OX 345). Creo, además, que en Francisco in­ cluye un valor pregnante, como en NT: conocer (amar) y practicar (PIERRE 70 s.). b) En lat. cristiano y medieval sigue conservando su valor gno- seológico de acción y efecto de conocer, percepción intelectiva, en sentido propio filosófico y teológico por parte de la inteligencia y la razón (PRINZ 795). Todavía me inclino a pensar que aquí —aparte de la idea de conocimiento, que subyace en todas las capas semán­ ticas de la expresión— más bien es «conciencia», término por lo demás intelectivo, como en Rom 3, 20 (BLAISE Dict. 164). Si no me equivoco, esas tres facetas —comprensión, amor y práctica, conciencia— están latentes aquí en ese vocablo. c) En la Vulg. sólo se consigna cinco veces, aunque su correspon­ diente aparece veinte veces —monopolizado por Pedro ( 4) y Pablo (16)— con distinto colorido, reflejado en la Vulg. por «agni-

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