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LA PRIMERA ORACIÓN DE SAN FRANCISCO 19 a) sede de la sabiduría, del juicio, de la inteligencia y cordura; b) sede de las pasiones. Es curioso que la primera vez que aparece en la literatura europea, tenga este último sentido, cuando el dios Apolo baja del monte «encolerizado en su corazón», a causa de la injuria inferida a su sacerdote Crises por el rey Agamenón (II. 1, 44). c) Igualmente en AT el corazón no es sólo sede de la vida física, sino también, y más frecuentemente, de la vida psíquica (afectiva, pasional, intelectiva, volitiva y ética) (cf. H. H a a g - S . A u s e jo , Diec. de la Biblia, Barcelona 1970, 374-376). Así Neh 5, 7: «Y pensó mi corazón conmigo»; Prov 6, 18: «Corazón que maquina pensamientos pésimos», donde la sinonimia corazón igual a mente es manifiesta. En NT, exceptuados dos lugares (Hch 14, 17; Sant 5, 5, donde tiene cierto matiz anatómico) corazón es fuente de la vida psíquica en sus múltiples manifestaciones: Le 24, 38 «¿Por qué se alzan pensamien­ tos en vuestros corazones?». Coloración intelectiva tiene corazón en otros muchos pasajes: Mt 13, 15; Jn 12, 40; 2 Cor 4, 6. En la antropología paulina xapSía no sólo es corazón, sino también inteli­ gencia, mente, pensamiento, equivalente a voü<;, así en Rom 1, 21 habla del «corazón necio, ignorante» (cf. R. J e w e t t , Paul’s Anthro- pological Terms, Leiden 1971, 305 ss., 447 s.). En un contexto inte- lectualista Pablo habla de los «iluminados ojos de vuestro corazón, para que sepáis», etc. (Ef 1, 18). Concordemente Clemente Romano comienza su encendida oración de alabanza en forma rítmica (1 Cor 59, 3): «Abriste los ojos de nuestro corazón, / para que te conozca­ mos, / al único Altísimo entre los altísimos (cielos)». Por su parte cor, además de órgano anatómico y sede de la voli­ ción, es centro del pensamiento, inteligencia, memoria y otros proce­ sos mentales desde el lat. arcaico y clásico (C ic e r ó n , Tuse. 1, 9 , 18). Es también sede de la conciencia (T ib u l o 3, 5, 12), cuyo sentido no debe excluirse de este lugar de Francisco (OX 444; LEW 468). d) En el lat. cristiano y medieval continúa vigente el mismo valor semántico de la expresión (SUE 255; SLE 243). Expresamente L ac - tan c io ( Opif. 10, 11) «cor, quod sapientiae domicilium videtur», e I sido ro ( Orig . 11, 1, 18): «in corde... scientiae causa manet». Entre los cristianos cor equivale a mens, ratio, intellectus más que en los poetas latinos ( P rudencio , Apoht. 560; Cath. 9, 10, etc. BLAISE Dict. 223). Del colorido intelectualista de cor tenemos otros vestigios en el latín cristiano y medieval y en las lenguas modernas, arrancados del lat. clásico, por ej. G e l io , Noct. Ati. 2, 29, 20; 17, 19, 6 «cordi

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