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16 ISIDORO RODRÍGUEZ (PIERRE 24, 34 s., 37, 40, 58). V ictorino de P e t ta u , en su co­ mentario al Ap 12, 1-2 (CSEL 49, 106, 4 s. Hausleiter) lo interpreta como la gloria del VT, «esplendor de la magnificencia y bienaventu­ ranza» (citado por FRANZ, Heft 14, 105). En nuestro pasaje el epíteto se refiere asimismo a las gestas maravillosas del Padre, por medio del Hijo, de la creación, encarnación y redención. Digamos, por último, que la liturgia nunca aplica gloriosas a Dios en la invocación directa o indirectamente y sólo indirectamente en el texto de la ora­ ción (VER 304; GEL 288; VICH 304). Como ya en Homero, glorioso se predica especialmente de los Santos más que da las Personas divinas (BLA ISE , Dict. 378). En GREG p. 147, nunca se tributa a Dios directamente. En el cristianis­ mo primitivo comienza a tributarse a los mártires: L a c tan c io , De mort. pers. 16, 5; C ipriano, Pat. 10; H ila r io , C. Const. 7; Amiano M a rc e lin o , 22, 11, 10; etc. MOHRMANN I II 23 s., 45, 330. S to . T om á s d e Aquino (Summ . suppl. qu. 85 y 2; Summ. I 26, 21) lo refiere igualmente a los santos (BLA ISE Lex. 421) *. 2. I llum in a a) Iluminación es un concepto que conecta con el «glorioso» pre­ cedente, por el esplendor de la gloria yahvista. El v. illumino etim. procede del v. lumino (y éste de lumen y éste de lux), del que es intensivo (ERME 664). Tanto illumina como tenebras se emplean en sentido fig. aquí: «iluminar, alumbrar» y, por la prep. componente tn, «derramar luz sobre» (OX 830). Figuradamente es también «po­ ner en una luz clara» (LEW 887). Se comprueba desde la Rhetorica * Vemos que CANT traduce «¡O h alto y glorioso D ios!». Así literalmente leen dos codd. italianos del s. xv y la versión española de Florencia del año 1492, que KE no cuenta para restablecer el texto crítico (aunque ciertamente Francisco pronunciara esta oración en italiano), porque hay cuatro códices latinos más an­ tiguos, de la primera mital del s. xiv. También FON traduce «O alto e glorioso Dio», porque no sigue la ed. crítica de KE, como dice seguirla CANT. Notemos que en KE no hay signo de admiración, ni la exclamación O, ni la conjunción et. Debemos ser muy respetuosos con el texto. Las adiciones oh, y no pueden jus­ tificarse. Por una parte, la exclamación oh indicaría una emoción intensa en el orador; la conjunción y, por otra parte, aminoraría el carácter tajante y enjuto de esta oración. Francisco usa muchas veces esa conjunción, lo que viene a ser un defecto, seguramente de la Biblia. Pero es muy parco, en cuanto a la inter­ jección o, dada su gran emotividad. Además la ausencia de conjunciones (asínde­ ton) es propia del estilo sacral en la invocación, ya desde Homero (cf. le summus).

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