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MUNDOS POSIBLES Y MUNDOS NECESARIOS 477 epistemológica y antropológica. Aquí vamos a limitarnos al plano de la constatación. Porque emprender el análisis del problema del enlace, los proyectos de solución y sus dificultades implica poco menos que rememorar toda la historia del pensamiento. En II, 12, 33 de De libero arbitrio, escribe San Agustín, refiriéndose a la verdad inconmu­ table, que «no podrás decir que es propia y exclusivamente tuya, o mía, o de cualquier otro hombre, sino que por modos maravillosos a manera de luz secreta y pública a la vez (secretum et publicum lumen) se halla pronta y se ofrece en común a todos los que son capaces de ver las verdades inconmutables». Y en el párrafo siguiente del mismo capítulo, escribe: «Cum enim quis dixerit aeterna temporalibus esse potiora, aut septem et tria decem esse, nemo dicit ita esse debuisse, sed tantum ita esse cognoscens, non examinator corrigit, sed tantum laetatur inventor». ¿A quién no le parece estar escuchando (también en latín) a Cantor, a pesar de los dieciséis siglos de distancia? Decía el creador de la teoría de conjuntos: «Ñeque enim leges intellectui aut rebus damus ad arbitrium nostrum, sed tanquam scribae fideles ab ipsius naturae voce latas et prolatas excepimus et describimus». Toda­ vía en nuestro siglo xx se puede seguir siendo platónico en lógica y matemáticas con fundamento. Godel, de cuya muerte van a cumplirse tres años, vivió y murió en platónico. Sin duda la lectura más profunda y más actual que admiten los pasajes aludidos de Platón es la realizada desde el punto de mira de la filosofía de las matemáticas. No era ninguna fanfarronería aquello de prohibir el paso a quienes no supie­ ran geometría. En uno de sus comprometidos viajes a Siracusa (era menos «platónico» de lo que la gente piensa) deja como encargado de la Academia a Eudoxio. Y es fama que a la pregunta sobre qué hace Dios, Platón respondió: «Dios geometriza». Como lo es que, a su entender, el maestro que no enseña los irracionales a sus discípulos merece la pena de muerte. Que no predomine esa forma de exponer a Platón, que no está reñida con los otros muchos encantos de su doctrina y estilo (según Cicerón si Júpiter hablara no lo haría de otra manera) se debe sencillamente a que abundan profesores de filosofía analfabetos en matemáticas y profesores de matemáticas desprovistos de toda sensibilidad filosófica. Unos y otros no pasan de jornaleros disfrazados de doctores. Bien lo sabía Frege esto. Aquéllos dicen: mathematica sunt, non leguntur. Y éstos: metaphisica sunt, non le- guntur. Esto no ocurría antes del siglo xix.

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