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MUNDOS POSIBLES Y MUNDOS NECESARIOS 481 poemas, aunque hijas de un tiempo determinado, perduran en otros tiempos. Los teoremas aunque «suenan de un modo en latín y de otro modo en griego..., ni son griegos ni latinos, ni de otro algún determinado idioma». A través de ambos (el arte y la ciencia) buscaría el hombre la huida del tiempo. Sólo a un ser temporizado puede serle dado el afán de hacerse intemporal. Y esto, de dos maneras: o abar­ cando todo el tiempo, o poniéndose fuera del tiempo. Lo primero es la eternidad en el concepto que de ella tiene el sentido común. Con palabras de Antonio Machado: «la eternidad como tiempo eterno, un tiempo vivo, es decir, medido por una conciencia, pero que no se acaba nunca» 7. Lo segundo es la eternidad enel sentido técnico meta- físico del término, la eternidad como opuesta al tiempo. Simplificando, creo poder afirmar con algún fundamento que al primer tipo de eter­ nidad remite el arte y al segundo, la ciencia. El artista crea mundos posibles o hace ver que con los materiales de este mundo podrían hacerse otros. El sabio indaga los mundos necesarios o se ocupa de descubrir la necesidad que hace que este mundo sea como es o las leyes a las que no puede escapar ningún mundo, ya sea real ya sea pensado. El horizonte de las ciencias es hacerse cada vez más lógicas 8. Un ejemplo paradigmático de esa creación de otros mundos con materiales tomados de éste lo veo yo en el Dios de Miguel Angel. Me complace sobremanera, al contemplar el fresco de la Capilla Six- tina que representa la Creación, recordar aquel famoso texto del de Revolutionibus orbium caelestium en el que se compara el fallo del sistema ptolomaico con el artista, que, tomando de distintos modelos los pies, las manos, la cabeza, etc., y pintando bien por separado esas partes una a una, al juntarlas, en cambio, obtenía como resultado un monstruo. (Por cierto, en qué buen latín estaban escritos aquellos libros instauradores de la ciencia moderna y, viceversa, hasta qué pun­ to estaban al tanto de la ciencia otros que hoy serían catalogados como de Letras). Y bien, Miguel Angel, a quien evidentemente, pienso yo, le sería imposible hallar un único modelo para su obra, sale triunfante de la prueba, sin correr la suerte del artista del ejemplo copernicano. El 7. En Juan de Mairena, X, Madrid 1973, 47. 8. De las relaciones entre arte y ciencia, poesíay filosofía, me he ocupado en Cinco apuntes filosóficos, Salamanca 1972, y en El soneto de Blanco White como pretexto, en Rev. ACHE, Valladolid 1980. Procuro no repetir aquí lo dicho en esos lugares. 7

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