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470 JOSE LUIS CARRABE ción. Los jóvenes — sea cual fuere su estado y situación de fe— han de tener lugares y espacios de encuentro consigo mismo, de serenidad y reflexión, de éxodo (de sus ambientes) y de encuentro con Dios. Hay aquí para educadores y sacerdotes una misión grande (ninguna, quizás, más prioritaria que ésta para el futuro de la Iglesia y de la sociedad). Tarea que a veces la hace personalmente el sacerdote; otras, cuando el caso lo requiere, por medio de otras personas: médicos, psicólogos, catequistas, monitores (ya hemos quedado en que la Iglesia se hace promoviendo y coordinando diversos carismas y funciones: de sacer­ dotes y seglares)24. C onclusión Hacia una solución de convergencia Para llevar a cabo toda esta misión y tareas, no se puede simpli­ ficar la solución y la conclusión diciendo que con más teología o con más oración se resuelve todo: aquélla y ésta son de todo punto nece­ sarias. Se requiere sin duda una mayor formación teológica, profunda y actualizada; y una espiritualidad genuina, arraigada en el mismo mi­ nisterio sacerdotal ejercido con convicción y gusto. Pero junto a esto están, deben existir, los demás elementos necesarios: desde la ética y la honradez hasta la preparación en las ciencias humanas; desde el digno sustento hasta los medios necesarios para ponerse al día. Las escuelas de teología y catequesis deben preparar más y mejor para ejercer adecuadamente estas tareas. Pongamos algún ejemplo: si el problema de un sacerdote es la predicación suya que no llega a la gente y no causa impacto, tendrá que estudiar Biblia y Pedagogía; si ha de tratar con la juventud, los estudios más apropiados no serán hacer grados en Derecho Canónico, sino comprender la psicología del joven y el evangelio. En este sentido sí es verdadera la tesis de la espe- cialización: que el sacerdote se prepare para aquello en lo que se rea­ liza como persona y, al mismo tiempo, ejercerá una gran labor de bien común y eclesial (ambos aspectos subrayados no se excluyen, sino que se implican entre sí). El axioma «lo que haces, hazlo bien» vale tam­ bién y se puede aplicar en este caso. Jo sé Luis L arrabe * Cf. Carta de J uan P ablo II a los Sacerdotes: Jueves Santo de 1979,

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