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LA PRIORIDAD CONYUGAL EN LA FAMILIA. 435 alma goza y que son una delicia para Dios y para los hombres: con­ cordia entre hermanos, amistad con los demás y mujer y marido bien avenidos» (Eci 25, 1-2); «Feliz el marido de mujer juiciosa...» (Eci 25, 8/11); «¡Cualquier herida, pero no la del corazón. Cualquier des­ precio, pero no el de la mujer! » (Eci 25, 18/12. 19). «Pocas maldades hay comparables con la maldad de la mujer: ¡la suerte del pecador caiga sobre e lla !» (Eci 25, 25/18); «Feliz el marido de buena mujer, porque el número de sus días será doblado. La mujer animosa regocija al marido y él alcanzará en paz el número completo de sus años. Mujer buena, porción buena, será dada a lote a quienes temen al Señor»... (Eci 26, 1-3); etc. En el capítulo 36, el Eclesiástico hace un elogio de la unión de los esposos: «La belleza de la mujer alegra el semblante y sobrepuja todo deseo de los ojos. Si a esto une ella la dulzura de la lengua, su marido no pertenece ya al común de los hombres» (Eci 36, 24/22-25/23); «Toma a una mujer como primera adquisición; es una ciudad fortifi­ cada y una columna de apoyo. Falta de cerca la viña será saqueada; y donde no hay mujer se vive vagabundo y errante» (Eci 36, 26/24- 27/25). Evidentemente el Eclesiástico elogia la unión de los esposos muy por encima de las relaciones de padres e hijos. E n LOS PROFETAS 1. En Isaías 62, 4 leemos: «Ya no se te llamará más olvidada ni a tu tierra se la llamará abandonada, sino que te apellidarán «delicia mía», y a tu tierra «la desposada», pues Yahveh se complace én ti y tu tierra tendrá su boda». «Como el joven que se casa con una don­ cella, así se casará contigo tu constructor; y como el novio se alegra con la esposa, así se alegrará tu Dios en ti» (Is 62, 5). La enseñanza es aquí indirecta, pero hay en estos versos un claro elogio de la unión conyugal, que se toma como medio de comparación metafórica para exaltar las nuevas relaciones de amor y unión de Dios con su pueblo (cf. también Is 62, 12). 2. Igualmente encontramos en Ezequiel enseñanzas indirectas sobre la fidelidad conyugal, cuando habla de la infidelidad de Jerusalén a su Dios (Ez 16, lss). Directamente defiende la auténtica unión conyugal y critica todos los vicios que se le oponen (Ez 22, lss). «Cada cual ha cometido abominación con la mujer de su prójimo» (Ez 22, 11).

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