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442 RICARDO MARIMON BATLLO unión conyugal de los esposos, la familia, es propiamente para este mundo con el fin de perpetuar la especie humana. Pero vamos camino del cielo. He aquí el mensaje evangélico bien explícito. E n lo s H echos de lo s A p ó s t o l e s En los Hechos de los Apóstoles no se habla de relaciones conyu­ gales ni paterno-filiales. Como en los evangelios se habla poco de espo­ sos y esposas. De Cornelio se dice que era «varón temeroso de Dios con toda su casa» (Ac 5, 10), en la que naturalmente estaría compren­ dida su esposa. De Lidia de Tiatira se dice que «fue bautizada, lo mis­ mo que su familia » (Ac 16, 15), en la que se podría incluir quizá tam­ bién su marido. Pablo le dice al carcelero de Tiatira: «Cree en el Señor Jesús y serás salvo tú y tu casa ... y fue bautizado él y todos los suyos» (Ac 16, 31. 33). Sin embargo, aparecen en los Hechos los esposos Ananías y Safira (5, lss), aunque de triste recuerdo, y, sobre todo, Aquilas y Priscila con quienes Pablo incluso se hospedó (Ac 18, 1-2), siendo conspicuos por su apostolado entre los cristianos (Ac 18, 26). E n S an P a blo 1. En su carta a los Romanos denuncia San Pablo los vicios contra naturaleza en que habían caído éstos (Rom 1, 26-27), a pesar de cono­ cer los justos decretos de Dios (Rom 1, 32), por lo cual los juzga «inexcusables» (Rom 2, 1). Denuncia también los vicios de los judíos (Rom 2, 22), a los que tampoco excusa (Rom 2, 9-20). Pablo fustiga los atentados contrarios a la unión conyugal, la fornicación (1 Co 6, 9. 15. 18; Gal 5, 19; Ef 5, 3ss; 1 Tes 4, 3ss; etc.) y el adulterio (Rom 1, 31; 2, 22; 1 Co 6, 9; Heb 13, 4; etc.). Pero en casi todos los lugares en que habla el apóstol de la unión de los esposos hay algo específicamente cristiano, propio del sacramento del matrimonio, que hace que más que unión conyugal solo deba llamarse unión matrimo­ nial cristiana. Esta unión, por supuesto, presupone e incluye la unión conyugal instituida por Dios al crear al hombre, pero le añade una nueva realidad que se debe a Cristo. Así dice, por ejemplo, el apóstol: «¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Tomando, pues, los miembros de Cristo los voy a hacer miembros de una ramera? ¡Eso no! ¿O no sabéis que quien se ayunta a la ramera es un cuerpo con ella? Porque «serán,

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