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LA PRIORIDAD CONYUGAL EN LA FAM ILIA. 437 compasión de mí, que por nueve meses te llevé en mi seno, que te amamanté por tres años, que te crié, te eduqué y alimenté hasta esta edad» (2 Mac 7, 27). Y brilla sobre todo el amor a Dios que presidía estas relaciones familiares, cuando la madre les dijo a los demás: «Y o no sé cómo aparecisteis en mi seno; no os he dado yo el aliento y la vida ni combiné yo los elementos de vuestro cuerpo. Por eso el Creador del mundo... os devolverá en su misericordia el espíritu y la vida si ahora os despreciáis a vosotros mismos por amor de sus leyes» (2 Mac 7, 22-23). La enseñanza es bella. Pero de ahí no podemos concluir nada para hablar de una posible prioridad o hasta equiparación de las relaciones paterno-filiales con las conyugales. Las primeras son también enalteci­ das. Las segundas sencillamente no son mencionadas aquí. E n l o s E v a n g e l io s 1. En San Mateo encontramos el primer punto de nuestro examen en la genealogía de Jesucristo. «Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, el llamado Cristo» (Mt 1, 16). Quisié­ ramos nosotros ver aquí la expresión de que precisamente en virtud del concepto bíblico de «unión conyugal» — «una misma carne»— , entra Jesús en la genealogía de José. El argumento nos parece válido. Pero no nos atrevemos a darlo por cierto, ya que San Lucas, que pone también a Jesús en la línea genealógica de José, advierte: «como se creía — os enomídseto — , hijo de José» (Le 3, 23). Pero es sintomático que esta advertencia la hace San Lucas y no San Mateo; y puede muy bien significar que en la mentalidad judía de la época se daba por cierta la verdadera relación familiar de Jesús con José en virtud de la unión conyugal de éste con María, la madre de Jesús. Que María era ver­ dadera esposa de José nos consta por Le 1, 27; 2, 5 y por Mt 1, 18. 20. El que Le 2, 33. 41. 43. 48 hable de José como de padre de Jesús, podría incluso ser una confirmación de nuestra tesis. Pensamos que la razón no es otra que la verdadera unión conyugal de María y José. Posiblemente esta razón pueda desvanecer algunas de las dudas suscitadas por J. R. Scheifler con su artículo La vieja Navidad perdida (Sal Terrae 1977, 836ss). 2. Precisamente en el caso de la Sagrada Familia se presenta el problema de si Jesús era más familia de María que José, es decir, si la prioridad familiar la tenía el esposo o el Hijo de María. Indudable-

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