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LA REFORMA DE LOS ESTUDIOS FILOSOFICOS. 419 tomadas para asegurarla, se declara, ipsis verbis, «la utilidad y felici­ dad del Estado» 23. En la misma fecha y documento se habla del arreglo de las cátedras de filosofía, conforme a una representación cursada por el rector sal­ mantino. Se reprueban los «pasos» (repasos) en casas particulares, pues se estiman perjudiciales para las clases dadas en la universidad cuyo alum­ nado mermaban, y perniciosas para la enseñanza, que podían corrom­ per 24. El Consejo trata de limar las diferencias entre las varias castas del mundo universitario (manteistas, colegiales, regulares), «odiosa dis­ tinción», funesta para los primeros, no obstante componer ellos «la porción más antigua, principal y considerable del Cuerpo Académico de los Estudios Generales» 25. Noviembre, 8 Se admite la validez de los cursos conventuales de artes en orden a la obtención del grado de bachiller en ellas por los regulares, «así como a los seculares les aprovecha el estudio de Filosofía en cualquier parte donde lo hayan hecho, aunque no haya sido en Universidad pú­ blica y general»: pero lo mismo que a éstos, a los regulares les serán 23. Segundo tomo de la Colección de Reales Decretos, Ordenes y Cédulas de Su Magestad (que Dios guarde), de las Reales Provisiones y Cartas-Ordenes del Real y Supremo Consejo de Castilla, dirigidas a esta Universidad de Sala­ manca para su gobierno, que siguen desde el mes de Julio del año pasado de 1770 hasta el mes de Noviembre del presente año de 1771, mandadas imprimir por el mismo Real Consejo, Salamanca 1771, 2-3. 24. Ib., 4. Si el motivo patente de la prohibición es el que se alega corto número de oyentes y poco respeto que tienen éstos a sus improvisados maestros y el de que por ello «lejos de conducir a la mejor enseñanza, la des­ truyen enteramente», siendo, además, ineptos no pocos de aquéllos para la do­ cencia, la motivación latente partía del deseo de uniformarla mediante un único crisol, la universidad, y de potenciar más y más a aquella decaída «princesa de las ciencias» (LC 235, f. 115). 25. Col II, 10-11. También aquí aflora el celo contra la división intra- universitaria, cuyos exponentes eran los colegios, los regulares y los manteistas. «Cada convento tiene tantos asientos y bancos como todo el Gremio de Man­ teistas»; «la odiosa distinción de Manteistas, Colegiales Mayores, Militares, y Menores, en assientos, bancos, puertas, o en otra cualquier cosa que suene a preferencia, distinción o prerrogativa»; «en caso de haber alguna distinción, debería ser en favor del manteo» {Ib.). En ese mes de septiembre se crearon los censores regios, encargados de velar en cada universidad por las regalías de la Corona, para que no se defendieran conclusiones contra ellas (nominal­ mente, en la de Valladolid).

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