PS_NyG_1981v028n002p0325_03310410

330 E. RIVERA vanta luego su voz de alabanza sobre este mundo real, tangible y poético». Bella síntesis de una obra que el P. Sotiello tenía formulada en su mente. Las aportaciones de este pensador, que ha lanzado muchos gérmenes de fe­ cundas ideas, no ha pasado desapercibido para la crítica. Su estudio, El proble­ ma crítico en Escoto (Natur. y Gracia 13 [1966] 345-353), así es valorado por C. Berubë: «Bien que l’on tienne couramment que le problème critique ne soit pas posé avant Kant, l'auteur démontre que Duns Scot... a posé le problème critique essentiel dont la solution rend la philosophie comme toute vraie scien­ ce» (Collect. Franc. 37 [1967] 167). De su estudio, Dos direcciones de la meta­ física neoescolástica (Natur. y Gracia 10 [1963] 265-282), leemos este juicio en la misma revista Collect. Franc, en su sección Bibliograpbia Franciscana, X II, n. 1678: «Revelatione christiana Doctor Subtilis impulsus est, ut, ad determi- nismum caecae necessitatis Aristotelis evincendum, contingentiae radicem in cen­ tro metaphysicae reponeret». Place, por lo mismo, hallar su nombre en la bi­ bliografía que selecciona sobre Scoto la Enciclopedia Filosifica (Firenze 1967, 2.“ éd., IV, 11190): G. de Sotiello, El punto de partida de la metafísica de D. E. (en Natur. y Gracia 1 [1954] 85-103). Dentro de su equilibrio mental no temió declararse contra algunos de los estrechos esquemas vigentes. Uno de ellos, la actitud despectiva frente a Or­ tega en los ambientes clericales por los años 1950-1960. Durante el I Seminario de Historia de la Filosofía Española, que tuvo lugar en Salamanca en 1978, respondía yo al Prof. J. L. Abellán que ya antes del Vaticano II mentes espa­ ñolas se habían abierto al pensamiento de Ortega en lo que éste tenía de va­ lioso. Mi respuesta oral la repetí en las Actas del mismo (Salamanca 1978, 283). Me place recopiar ahora lo que en ellas escribí: «Aquí en Salamanca, Gabriel de Sotiello publicó una nota en Naturaleza y Gracia bajo este epígrafe: Cómo ve Ramírez la obra de Ortega. Da a cada cual lo suyo, tanto al crítico como al criticado; pero subraya claramente el falso método seguido por Ramírez con este reparo: "Lo que ya resulta menos ejemplar es que en España apenas sea posible afrontar problemas serios del pensamiento en un plan de abierta com­ prensión y que la psicología nuestra, que involuntariamente, pero por eso mis­ mo en mayor desnudez, quede ejemplificada en el método adoptado por Ramí­ rez de colocar, casi a dos columnas, una antología de textos de Ortega frente a otra antología, superior en número de citas, de santo Tomás” ». Se le achacó de orteguiano, hasta con chistes en la prensa irresponsable periódica. Pero si­ guió su camino, alabando lo mucho meritorio de Ortega y lamentando sus equi­ vocaciones, sobre todo en el campo de la ética, que le parecía lo más flojo e insostenible de su pensamiento. Esta mente en equilibrio y sensatez es todo un ejemplo para los momentos difíciles por los que ineludiblemente tiene que pasar todo pensamiento abierto a los problemas candentes que presentan las nuevas ideas. El «está prohibido pensar» no halló nunca eco en su espíritu. Sintió que Dios le pedía el com-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz