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322 JOSE M. GARCIA LABORDA 3.— O r ie n t a c io n e s p r á c t ic a s Voy a intentar resumir algunas sugerencias prácticas a la hora de precisar los tres condicionamientos que determinan el empleo de la música en la litur gia: qué clase de canto, para qué personas y en qué circunstancias. Hay que recalcar estos tres elementos porque son los que determinan la creación y eje cución del canto y la música en la liturgia. — La música y el canto deben acentuar menos el aspecto de solemnidad y más el de fiesta. La acción litúrgica de la misa con sus cantos debe estar en cuadrada en ese fin de semana gozoso que nos libra del trabajo serio y servil de toda la semana. La música debe ser vehículo de los nuevos valores de espontaneidad, improvisación, familiaridad y participación de toda la asamblea, que antes estaban olvidados. — Más creatividad, inspiración y fantasía en la creación de formas musi cales nuevas y ritos más significativos. Suprimir el cancionero y la terminología- tipología senil de nuestras celebraciones por una nueva fuerza de expresión artística que valore e integre los nuevos medios sonoros (amplificadores, sin- tetizadores, guitarras eléctricas, percusión, nuevas acciones plásticas y teatrales, etc.). La música debe despojarse de los tabúes a los que ha estado sometida con relación al canto gregoriano y la polifonía clásica, abriéndose a toda serie de elementos extraños tomados de culturas incluso no religiosas. — Crear nuevos tipos de expresión y de comunicación y nuevas realizacio nes sonoras. Las formas tradicionales del canto litúrgico, reducidas esencial mente hasta ahora a las formas antifonales y responsoriales, no funcionan ya en la liturgia y dejan un poso arcaizante extraño a nuestras asambleas. El res- ponsorio (gradual), las letanías (Kyrie y Agnus), la cantilena de los recitados del sacerdote y otras formas antiguas no crean ya comunicación. Lo mismo se puede decir de las formas clásicas tradicionales: preludios, corales, fugas, etc. Hoy se pueden emplear las técnicas nuevas de emisión de voz, de instrumenta ción, de play-back, etc.4. — Como acentúa Gelineau. nuestras celebraciones no deben ser tanto una fiesta programada, con ceremonias ya hechas, sino que deben destacar el acon tecimiento (happening). Acentuar el hodie de la salvación y descongelar la li turgia de las poses del pasado que intentan resaltar ritos hieráticos y arcai zantes. El contenido textual y el gesto musical no deben expresar cosas abs tractas y simbólicas difíciles de entender, sino han de recalcar, en un lenguaje actual, el acontecimiento presente de la salvación. — El pueblo ha de sentir el canto como algo propio, para que pueda par ticipar plenamente en él. La música ha sido el único reducto reservado al com- 4. No es raro asistir ya a alguna celebración en la que se emplean proyec ciones ele filminas con música de fondo de un autor como puede ser Mike Old field. Se puede experimentar una sorprendente sensación de meditación y de enajenación.
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