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LOS TRES INFINITOS DE TEILHARD DE CHARDIN 311 de Manú, la teoría de la reencarnación y la ley histórica del karma son visio­ nes cíclicas deterministas. La doctrina samkhya, según A. Schweitzer, nace alrededor del año 550 a. C. y se encuentra escrita en el Samkhyakarika, texto del siglo i d. C. Arranca de los círculos brahmánicos, que se ocupaban más del problema de la reen­ carnación y de la liberación de la misma alma, más que de la doctrina brah- mánica, aunque esta doctrina abandona el monismo y se dirige hacia una con­ templación dualista de la vida. Da por supuesto que la substancia del alma y la materia existen, cada una por sí misma, desde la eternidad. El Universo viviente se germina en la circunstancia de que ambas esencias, entran en con­ tacto y, luego, se vuelven a separar. En los Upanishads hallamos una serie de pasajes a los que, a causa de la doctrina de unión del Brahma, se pide la renunciación completa de la vida. Según el Upanishad Katthasruti, luego que el brahmín haya abandonado el servicio del sacrificio, deberá iniciar su largo viaje por el hambre, el fuego y el agua, comenzando la vida ascética como vagabundo. En el Upanishad Jabala se dice que, el ashran, es la ermita religiosa, pues la palabra sram significa asceta o ermitaño. Cómo es fácil de colegir, los Upanishads, no com­ ponen un sistema homogéneo y coherente, carecen de unidad y totalidad. Se enuncian seis problemas básicos: ¿qué debe entenderse por Brahma?, ¿cuál es la relación del alma universal con el mundo de los sentidos?, ¿cómo nacen del alma colectiva las almas individuales?, ¿qué carácter tiene la conexión del espíritu personal y su manifestación corporal?, ¿puede quedar satisfecha la moral con la limitación impuesta por la tradición religiosa y el sentimiento na­ tural? y ¿qué derechos conceden, junto a la negación del Universo y de la vida, a la acción dedicada al cumplimiento de las obligaciones de casta? Podríamos continuar con el estudio del hinduismo panteísta, pero no es este momento el adecuado para ello, nos basta con saber que, la ética de la civi­ lización india, tiene una gran preocupación por la idea del alma colectiva de la humanidad, la misma que S. Agustín, S. Buenaventura, Montesquieu, Her- der, G. W . F. Hegel, A. J. Toynbee y Chardin. Pasemos al análisis somero del judaismo. Desde que los hebreos estuvieron en el cautiverio en Egipto y luego en Asiría, Babilonia, Roma, España, el Islam, Alemania y Rusia, a lo largo de tres milenios, en la tremenda dispersión, nació la conciencia colectiva del pue­ blo judío, en una identidad de raza, una sociedad elegida por Yahveh; pro­ tegida por El, cuando le eran fieles; castigada cuando pecaban, por ello sufrían la diáspora, la dispersión por todo el planeta, esperando la hora de la reu­ nificación, acaecida en el año 1948, bajo el sionismo. Los israelitas pactaron con Yahveh en el monte Sinaí y después en Siquem, al adherirse otras tribus semitas, a las sacadas de Egipto por Moisés. Daniel, Ezequiel, Jeremías, Isaías y otros profetas, crearon un espíritu común, conservado hasta hoy en la na­ ción israelí, la raza judía y la religión hebrea; nació en el cautiverio asirio-

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