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310 IGNACIO HERNAIZ estadios: el de la realidad externa del ser humano, material, física y dialéctica; el de la realidad interna, inconsciente, mental, síquica, limitada, instintiva y sicoanalizable; y,por último, el del alma individual infinita, el del espíritu personal ilimitado y el del ser inabarcable. Teilhard ha propuesto tres cualidades esenciales, en su libro Las singulari­ dades de la especie humana, que son: la reflexión, la correflexión y la ultrarre- flexión. La reflexión es la cualidad humana que proviene de su condición de homo faber, es decir, de la técnica, de la acción que la persona dirige contra la materia, contra lo físico, que es estudiado dialécticamente y cuyas posibi­ lidades son infinitas, las del espacio universal o macrocósmico. La correflexión es la cualidad humana que proviene de su condición de homo sapiens, o sea, de las interrelaciones personales entre los distintos individuos, que se estruc­ tura en un nivel mental, síquico e instintivo, que es explicado sicoanalítioa- mente y cuyas posibilidades son eternas. La ultrarreflexión es la cualidad hu­ mana que proviene de su condición espiritual, sensible, microcósmica, intui­ tiva, que anega los sótanos del alma, que desborda todo pensamiento, toda razón, toda voluntad, que entra en el campo de la mística, de los sentimientos incontrolados, que no pueden ser condicionados por pertenecer al tercer estadio de la complejidad de la conciencia y tener unas posibilidades infinitas. En definitiva, el fruto del homo faber es la técnica civilizatoria, el mundo de la geosfera es la cosmogénesis, el macrocosmos es el Universo infinito es­ pacialmente. La praxis del homo sapiens es la cultura científica, artística y fiilosófica, el mundo de la biosfera reflexiva y su proceso en el desarrollo de la antropogénesis instintiva. Ya empieza a aparecer, como explica Me Luhan, el homo ludens y la sociedad del ocio; sin embargo, la noosfera y la cristogé- nesis, el microcosmos del infinito espiritual, lo que ha producido es la moral, la ética y la religión. Todas las religiones han de conjugarse en una sola; por ello conviene que nos detengamos en analizarlas someramente. Las palabras budismo, islamismo, hinduismo y judaismo no nos dicen tanto como la de cristianismo, no nos han enseñado su significado espiritual, por ello conviene que hablemos de ellas. La ética de la civilización dravidiana y de sus sucesores, las sociedades melánida e india, es la que emana del hinduismo, la religión más antigua de las existentes hoy día (el amonismo egipcio o sabaísmo y el politeísmo sumerio o mesopotámico eran anteriores pero desaparecieron hace miles de años). El elemento esencial de esta moral, según T. Ling, es la ley del karma que re­ presenta, automática y externamente, causa y efecto de todo cuanto ocurre en el Cosmos. La persona es, en su vida presente, lo que fue en anteriores existentes y, lo que haga en su vida actual, será en su futura existencia. Si un individuo es desgraciado, sin causa aparente, la razón radica en las mal­ dades perpetradas en una vida anterior; por el contrario, si un ser humano es feliz, se debe a su buen proceder en otra existencia precedente. El código

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