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308 IGNACIO HERNAIZ el movimiento de la materia avanza por saltos. El se compone de puntos crí­ ticos, los cuales descubren nuevas propiedades de la materia, es la vida y la conciencia. A partir de una complejidad atómica del orden de un millón de años, la vida-conciencia, comienza a emerger por nuestra experiencia. Más alto, por saltos sucesivos (por una serie de quanta síquicos), se va haciendo eviden­ te. En el hombre, en fin, en la suerte de un punto crítico de la reflexión, la vida-conciencia toma la forma pensante y, después, ella se convierte en do­ minante. Para mejor conocer la naturaleza de la materia, contradictoria apa­ rentemente con nuestro punto de análisis (se refiere L. S. Senghor a un razo­ namiento anterior al recensionado), encontramos la noción de energía, la cual parece hoy, a los físicos, como el fenómeno más simple. Nosotros compren­ demos mejor las propiedades respectivas de los tres infinitos, singularmente el de la complejidad. Para los físicos, la energía está sometida, en el Universo, a la ley general de la entropía. La energía proviene de las diferencias de po­ tencial engendradas por las heterogeneidad de los elementos corpusculares. El determinismo de las leyes físicas, en lo ínfimo como en lo inmenso, explican la relatividad del espacio. Sin embargo, un cierto punto crítico emerge de lo improbable, donde la libertad, que es la expresión de la complejidad, ger­ mina en la vida-conciencia. En este lugar, después de examinar la vida y la reflexión, hay que hacer intervenir, como hipótesis de trabajo, la famosa teoría de la energía síquica o radial. Esta es un retorno dialéctico, tan importante como el materialismo histórico de K. Marx (no olvidemos que L. S. Senghor, quien hace esta afir­ mación, es un dirigente socialista de la segunda internacional). Con la dife­ rencia que aquí, la teoría es sólida en coherencia y fecundidad. Teilhard parte de la ley de la complejidad de la conciencia. En una visión en profundidad de esta ley, Chardin distingue dos corrientes: de una parte la tangencial, que relaciona física y químicamente entre ellas, en uniones jerárquicas (electróni­ cas, osmóticas y mecánicas), todos los corpúsculos del Universo; de otra parte, la relación es síquica o radial, que une centro con centro, de conciencia a con­ ciencia. Por ello. Teilhard, a los efectos tangenciales, dominio propio de la es­ tadística y de la entropía (mientras que, habitualmente, reserva el nombre de energía para la fe y la dignidad de constituir la causa primera de las cosas) lo radial no es, desde luego, visto como un efecto o una superestructura frágil, determinada por la materia. Lo radial es primitivo y consistente, lo tangencial está interaccionado de centros elementales de conciencia, imperceptibles en lo previvo, pero claramente sensibles en nuestra experiencia, a partir de un grado suficientemente avanzado del desarrollo de la materia. Es primordial en K. Marx lo físico, mientras que para Chardin, a la inversa, lo síquico es lo principal. El nivel de lo previo está determinado por las leyes fisicoquímicas, en el plano de la conciencia ya no son tan importantes, puesto que lo síquico está encar­ nado en lo biológico pero independientemente.

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