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LOS TRES INFINITOS DE TEILHARD DE CHARDIN 313 de cuanto hay de moral en el mundo. Tenemos, manda Gautama, que sopor­ tar la enemistad, no sólo por la perfección que hay que conseguir, sino tam­ bién porque de este modo, se hace algo en la vida. Cuando se da, al sentimien­ to religioso como tal, el valor de la fuerza que rige el Universo, abandona la moral la negación de la vida, que hace al individuo sólo preocuparse de sí mismo. Gautama se convierte entonces, en el agudo investigador de la teoría del conocimiento moderna, soslayando el programa elemental, de si la sociur- gia puede reducirse a no actividad o si ha de entrar totalmente en el campo de la acción positiva. No tiene conciencia de la compasión, como protesta contra la injusticia, procedente de lo más profundo de la condición humana. Al bu­ dismo, pues, sólo una cualidad le falta, a nuestro modo de ver las cosas, para alcanzar al cristianismo, es el amor, la etología de la acción espiritual de la caridad. Pasemos del budismo al islamismo, a la religión de Mahoma, a la concep­ ción musulmana de la unión entre lo temporal y lo divino. Según A. Medrano, Dios aprecia a quienes combaten alineados por su causa. Reza el Corán en la célebre sura de Assaff, llamada de la fila o de la línea. Es la consagración de la yihad o guerra santa. La guerra santa queda proclamada como un mandato divino, en cuanto medio de expansión de la luz del espíritu y de la verdad revelada. El creyente de la doctrina mahometana, debe combatir sin descanso por la edificación del reino de Dios. Esta lucha, que se desarrolla tanto por los medios físicos como espirituales, no tiene fin, pues ha de continuarse, en tanto y cuanto el Cosmos no se halle regido por el principio celeste y no se haya afirmado indiscutiblemente, en todo momento y en todo lugar, la realidad sobrenatural. Un dogma musulmán es el del juicio final, en el cual hay las siguientes fases: destrucción total de la Tierra, exterminio de todo ser viviente, trans­ formación de este planeta en otro, se origina otra creación humana, se con­ voca juicio colectivo para cada ser humano, el que obtiene méritos va al Pa­ raíso y, el que no, al Infierno. Otro dogma es el de la resurrección: los hue­ sos ya cariados serán reanimados por quien los creó. No nos agotamos en la primera creación, nosotros decretamos la muertey jamás seremos frustrados en reemplazaros con seres semejantes y transformaros en lo que ignoráis, dice el Corán. Si Dios origina la creación, luego la reproduce, porque ello es faci­ lísimo. Suyo es el atributo. Como podemos deducir detodo lo expuesto, tanto de la Biblia como de los Vedas como del Corán, hay una idea de humanidad en marcha, de trans­ formismo, de evolución, de cambio, de proceso de desarrollo de la sensibilidad y de la espiritualidad humana, del alma individual y colectiva, tal como Teil- hard ha sabido magníficamente analizar. Vamos ahora, para terminar, con el cristianismo. No porque nosotros sea­ mos católicos, preferimos nuestra religión a las demás citadas (y en menor

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