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274 ENRIQUE RIVERA estilo moderno. En estas comunidades el ego colectivo es más peligroso que en la anterior situación de naturaleza porque tiene mayor poder y se cree menos indigno del culto que se le tributa. Este ego colectivo culmina en el poder del estado «Leviatán». Lo malo del caso es que una acción injusta, que una conciencia individual se reprocha, queda condonado cuando la realiza el colectivo Leviatán. Se le absuelve de su egoísmo porque éste se ha desplazado del plano individual al plano comunitario. Este desplazamiento, siempre inaceptable y en tantas oca­ siones criminal, es denunciado por la dura frase que retoma Toynbee de un olvidado sermonario: «El patriotismo es el último refugio del bri­ bón» 11. En su misma exageración evoca el juicio más sereno pero igual­ mente duro de L. von Pastor cuando éste afirma que, a partir del Rena­ cimiento, el amor a la patria es más una enfermedad que una virtud cristiana. Los efectos de esa terrible enfermedad han sido las guerras que en cadena se han sucedido en Europa durante los últimos siglos. Toynbee piensa más en el mundo clásico y ve que los estados parro­ quiales, deificados por el egocentrismo, fueron inducidos ineludiblemen­ te a una guerra de exterminio. A acabar con el contrario. Si el culto de la naturaleza quedó superado por el culto de la comunidad parro­ quial, este nuevo culto, materialmente desastroso y moralmente malo, estaba pidiendo igualmente una superación. Aparece ya en lontananza la Realidad Absoluta con el culto que le es debido. Pero antes de optar por esta vía, el hombre intenta superar la lucha a muerte de las comu­ nidades parroquiales por la comunidad ecuménica, por el imperio 12. De nuevo Toynbee está pensando en el mundo clásico. Sobre todo en aquella Hélade desgarrada, que lo supo todo, menos entenderse políticamente unas comunidades con otras. De ello se aprovecharon primero Macedonia y más tarde Roma, para crear las primeras comu­ nidades ecuménicas. Los ideales de cooperación, concordia y paz, siem­ pre latentes en la conciencia humana, hallaron un respaldo en las comu­ nidades ecuménicas, sobre todo en el imperio romano. Toynbee no alude en esta ocasión a Polibio. Pero ya es significativo que este gran historiador griego se abra a una filosofía de la historia en el mundo clásico, para justificar la gran hazaña de unión de pueblos, realizada por Roma. Por esto, llegó ésta a ser idolatrada. Pero alega Toynbee: «La representación institucional del ídolo es demasiado remota, imper­ 11. O. c., 43. 12. O. c., 39-48.

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