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SAN FRANCISCO ANTE LA HISTORIA 273 en las vías ascensionales de la santidad. El paisaje en que lo afirma es grandioso pero muy breve 8. Sólo un detenido análisis de la obra pondrá en claro la dimensión histórica que Toynbee atribuye a los santos. Y en grado eminente, a San Francisco de Asís. Este nuevo estudio de Toynbee se polariza en torno a tres ideas claves: el egocentrismo, como estrato básico de la vida histórica hu­ mana; el vacío que sigue al esfuerzo por satisfacer las exigencias de este egocentrismo; la Realidad Absoluta, única capaz de llenar este vacío, según se revela en las religiones superiores. Sobre la primera de estas ideas claves Toynbee enuncia este juicio categórico: «E l egocentrismo es, pues, una necesidad de la vida, pero esta necesidad es al mismo tiempo un pecado. El egocentrismo es un error intelectual, porque en verdad ningún ser vivo es el centro del universo; y es también un error moral, porque ningún ser vivo tiene el derecho de obrar como si fuera centro del universo» 9. Partiendo de esta constatación, Toynbee analiza en cuatro estratos distintos de la historia la acción del egocentrismo y del ineludible vacío subsiguiente. El primer estrato lo forma ese largo período en el que el hombre rinde culto a la naturaleza. Pero la naturaleza viene a ser para el hom­ bre un Jano Bifronte. Su epifanía la muestra en su doble función de creadora y de destructora, según lo atestiguan los diversos mitos de las antiguas religiones y los de la época clásica, como los de Cibeles y de Hércules. Llega, con todo, un momento en el que el hombre cesa de adorar la naturaleza, al sentir su radical nulidad en el tiempo. Aparece entonces, ya en este primer estrato, el pavoroso tema del vacío, ese sentido negativo de la vida humana que el hombre se ve impelido a llenar. Dos opciones se le ofrecen en este momento: buscar la supe­ ración del vacío en sí mismo o en la Realidad Absoluta. Durante siglos él optó por henchirlo de sí mismo. Tres conatos sucesivos señala Toyn­ bee: los dos primeros los realiza el hombre en sus intentos por orga­ nizar la vida colectiva humana. Al fracasar ambos, no le queda al hom­ bre más que la indomable altanería de su vida solitaria 10. El primer conato por superar el vacío lo realiza el hombre en las «comunidades parroquiales», término con el que Toynbee significa las sociedades autónomas, llámense ciudad-estado, estilo clásico, o nación, 8. O. c., 97. 9. O. c., 14. 10. O. c., 28-37.

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