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232 GERMAN ZAMORA cuentro de la verdad en las cosas con mente virginal, y no embargada o «embarazada». Además, quien no sea ecléctico no utilizará su propia potestad judicativa, sino la ajena, y se enajena, viendo lo real a través de las mallas de un «sistema», en cuyas redes acaba prisionero. ¿Significa esto que cada hombre deba recomenzar ab ovo en su búsqueda de la verdad, haciendo tabla rasa de lo averiguado por otros? En absoluto, antes por el contrario, ha de conocerlo, con objeto de proseguirlo, corregirlo o abandonarlo, según los casos. La ciencia avan­ za «combinando» hechos comprobados y opiniones acertadas. Sin los primeros carecería de solidez y contenido objetivo; sin las segundas, se condenaría a un eterno retorno a su punto de partida subjetivo. Hacer ciencia —o filosofía, ya que en buena medida se las identifica en la naturaleza como objeto común primordial— presupone conocer su pro­ pia historia. «Como ningún juicio se puede formar sin combinación de los hechos y de las opiniones, de ahí que este juicio ha de recaer sobre una completa noticia de lo que se ha opinado por anteriores filó­ sofos». De ese aserto a proclamar la necesidad del estudio de la historia de la filosofía (o de la ciencia) no había sino un pequeño paso, muy acorde con las preferencias de su siglo 10. Si prescribe el uso sencillo del propio juicio en la investigación filosófica, es porque el instrumento ha de asemejarse a su objetivo, en de los prologuistas del libro de Cabriada, el sacerdote Antonio de Rou, se mostraba entusiasta del empirismo baconiano {Id., 150). Hito importante del eclecticismo «escéptico» fue también la Philosophia scéptica, extracta de la physica antigua, y moderna, recopilada en diálogos, entre un aristotélico, cartesiano, ¿asendista, y scéptico; para instrucción de la curio­ sidad española, por el doctór D. Martín M artín ez (Madrid 1730). 10. Campomanes vitupera a los naturalistas de gabinete, que quieren «no pocas veces dar leyes a la naturaleza para obrar, desde su estudio, en vez de atemperarse a la exacta observación del modo con que obra». Acerca del maridajeinextricable entre historia, ciencia y filosofía en la Encyclopédie, recordamos estas afirmaciones cardinales de la misma: «Voilà tout YHistorique de la connoissance humaine; ce qu’il en faut rapporter à la Mémoire ; et ce que doit être la matiere premiere du Philosophe» (se refiere al conjunto de ciencias, artes y oficios articulados en la «explication du système» preliminar). Los tres objetos centrales de toda la filosofía son descritos así a continua­ ción: «Ces chefs sont Dieu, à la connoissance duquel l’homme s’est élevé par la réflexion sur l’Histoire Naturelle et sur l’Histoire Sacrée: l'Homme qui est sûr de son existence par conscience ou sens interne; la Nature dont l’homme a appris l’histoire par l’usage des sens extérieurs. Dieu, l'Homme, et la Nature, nous fourniront donc une distribution générale de la Philosophie ou de la Science, sera Science de Dieu, Science de l’Homme, et Science de la Nature », (Encyclopédie, p. x l v iij ). Los subrayados son del original.

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