PS_NyG_1981v028n002p0227_02680410

LA REFORMA DE LOS ESTUDIOS FILOSOFICOS. 261 En la organización de las materias que han de cursarse fuera o den­ tro de las universidades, el plan se detiene bastante más sobre la primera que sobre la segunda, tal vez porque con la expulsión de los jesuitas aquélla quedó más desmantelada y requería mayor atención de un go­ bierno que proclamaba su «principal cuidado el de la instrucción y edu­ cación de la Juventud». A los maestros de primeras letras se les recomienda «el arte de ense­ ñar con amor» y atender a la formación del carácter tanto como a la de la inteligencia. Esta enseñanza elemental debe inciarse a los cuatro o cinco años. El latín y las humanidades son reputados esenciales para instruirse en las ciencias propiamente universitarias. Se valora en mucho el estudio de la crítica, «que consiste en el juicio y discernimiento de los autores y sus obras», del castellano (por la gramática de Nebrija, la de Simón Abril, Gayoso, «o la que está para dar al público el eru­ dito Mayáns, procurando el maestro observar las reglas que prescribe este buen español y celoso escritor») y de la historia, a la que se concede cátedra propia con numerosas submaterias: geografía, crono­ logía, historia universal y particular de España y su imperio, e incluso la de «cada reino, provincia, ciudades, catedrales y de todo estableci­ miento político de alguna consideración». Las facultades universitarias quedan planificadas muy brevemente, en unas veinte líneas cada una, que reflejan la intención esencial del nuevo método de estudios. En el estudio de la teología se han de tener, de entrada, muy en cuenta las normas dadas por M. Cano, «maestro y teólogo de España» —otro rasgo campomanesco— . La doctrina ha de ser la de «san Agus­ tín y santo Tomás por la letra y textos de los santos, y las instrucciones del P. Joanini» 57. Ha de procurar evitarse en su exposición «el método escolástico y metafísico», la diversidad de escuelas y el partidismo con­ siguiente. La Biblia, los santos padres y los concilios han de formar el núcleo de la reflexión teológica. En jurisprudencia, el acento se pone sobre los nuevos derechos, reducidos a sistema y principios en estos últimos tiempos: el derecho natural, el de gentes, el público, el político y «el arte de la legisla- 51. Oratoriano y, sin duda, jansenizante. La razón que se aduce es la de ser «de las más celebradas; para que así se conserve la pureza y uniformidad de la doctrina, y sean unas mismas las reglas de la moral en todo el reino».

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz