PS_NyG_1981v028n002p0227_02680410

LA REFORMA DE LOS ESTUDIOS FILOSOFICOS. 259 vertido en burla proverbial, a causa del pernicioso método anticuado vigente: «Hispani felices ingenio, infeliciter discunt». Al escolasticismo metódico y desconocimiento de las humanidades, como motivos capitales de la decadencia cultural de España, se añaden otros factores no menos adversos: la diversidad y lucha de escuelas filosófico-teológicas, el espíritu de partido, la presencia casi omnímoda de los religiosos en las universidades, las alternativas, dispensas en las oposiciones, abusos en la lecciones y provisiones de las cátedras, los suplementos de cursos, la facilidad en la colación de grados, la bisoñez de los rectores, la multitud, consentida, de estudios de gramática por doquier y de ciencias y facultades mayores en conventos y monasterios. El resultado conjunto de esa concurrencia de causas ha hecho de las universidades «unos establecimientos cuasi del todo inútiles», excepto únicamente «para llenar el reino de bachilleres, doctores, licenciados y catedráticos» con un título sine re 5Ó. Esta situación reclama la acción directa e inmediata del Estado, que ha de considerarla como uno de sus objetivos prioritarios, por ser la instrucción pública útil no sólo para él, sino también para la religión y para cada ciudadano. Y esa intervención estatal ha de canalizarse conforme a la pauta dada por otras naciones para la resurrección de las letras. Las providencias que han de tomarse para salir de esa recaída en la Edad Media, y retomar el hilo conductor del siglo xvi — «siglo de oro de la Literatura de España, por haber tenido los hombres más doctos y eruditos en toda clase de erudición y en el conocimiento de las lenguas orientales vivas y muertas»— forman el contenido de la parte práctica del plan, y atienden a las reformas institucionales de las universidades y a la de la enseñanza propiamente dicha. Nosotros recogemos sólo las medidas menos obvias, las más impor­ tantes y cuanto se refiere a la facultad de artes. 56. Junto a esas apreciaciones, en la parte teórica del plan se dedica algún escarceo, de inspiración regalista, a defender «los derechos de la soberanía», reduciendo «los del Sacerdocio y del Imperio» a su lugar; y otros, de sabor parajansenista, a la pretendida confusión entre «dogmas, disciplina y sentimientos de religión», «y el que se hayan introducido en el culto y en la moral tantos abusos y desórdenes contrarios al espíritu del cristianismo». Se alude con dis­ creta insinuación a «cuerpos y estados interesados en la ignorancia», porque temen perder, «con la ilustración», lo conseguido con su falta (la Inquisición, los religiosos, los colegiales...). De ahí provendría la aversión a todo libro extranjero bajo sospecha de ser anticatólico.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz