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LA REFORMA DE LOS ESTUDIOS FILOSOFICOS. 257 se inscribe en la historia de un género literario al que pertenecen otros informes similares, de alguno de los cuales se hace eco 54. Este prontuario de la reforma en plena botadura de la misma, está dividido en una parte teórica con las motivaciones de aquélla, y otra de aplicaciones concretas, bajo el marchamo de Arreglo y Plan de reforma general de las Universidades y Estudios del Reino. La primera quiere ser, pues, justificación ideológica de la segunda desde el orden político o de las incumbencias del Estado, cuyos intereses se sitúan en primer plano. Las palabras «ilustración, luces, instrucción, adelantamientos» y otras semejantes pertenecen a su terminología favorita. El «D iscurso» parte de la clásica contienda entre las artes y las letras, para pronunciarse, muy de su siglo, por la superioridad de éstas en el dominio cultural, económico e incluso militar del mundo, pues su clave no estriba en la fuerza, sino en el ingenio, secreta matriz de aquélla. Por eso, las «revoluciones» que provocaron el cambio en la hegemonía política fueron efecto de la previa revolución científica. Conocedoras de esta dialéctica de la historia, todas las naciones cultas «han procurado mejorar sus Universidades y Estudios, refor­ mando los antiguos métodos de enseñanza», hijos del «tiempo de la barbarie», y a este esfuerzo deben su actual riqueza y supremacía. El sistema medieval de enseñanza se caracterizaba, según este «D is­ curso», por el «método puramente escolástico y metafísico», y la igno­ rancia de las humanidades. A ambas lacras aportó remedio el redescubrimiento de la antigüe­ dad grecolatina tras la caída de Constantinopla y la emigración de sus sabios a occidente. La restauración de las ciencias sobrevino al conocerse las obras originales «de todas profesiones» aportadas por ellos con el valor de «fuentes». Su contacto estimuló el cultivo de las «lenguas sabias» y despertó el gusto por lo experimental, corroborado pronto por descubrimientos tan notables como útiles. En las universidades europeas se introdujeron cátedras de huma­ nidades (de las lenguas cultas, de retórica, historia y geografía), de 54. «El Consejo en su consulta famosa, que se halla glosada por el Sr. Navarrete y Deza en sus Discursos políticos...» (p. 29 de la edición de J. E. García Melero). Así el del médico y químico italiano, naturalizado en España, J. B. Juanini, Discurso político y físico, dedicado a D. Juan José de Austria, el bastardo de Felipe IV y mecenas de los primeros novatores (cf. J. M. L ó p ez P in ero , o . c ., 139, nota 9).

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