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LA REFORMA DE LOS ESTUDIOS FILOSOFICOS. 251 el dechado de las demás, por el lugar preeminente que seguía ocupando, entre todas, la universidad de Salamanca. De ahí el evidente alcance supralocal de dicho plan en las miras de Campomanes, y su inclusión aquí. Dividido en dos partes, está dedicada la primera a poner de mani­ fiesto los abusos introducidos en la universidad, y la segunda a propo­ ner los remedios. Arranca de la constatación de su decadencia —«hoy en el abandono más lastimoso»— y de la convicción de que sólo podrá superarla «con el auxilio del soberano». Entre las causas de esa postración, enumera el haber sido fundada en la Edad Media, sin haberse reformado desde entonces; el regirse por unos estatutos anticuados en lo escolar; la enojosa desigualdad en los premios vigentes; la injusta distribución de rentas entre los cate­ dráticos; la proliferación de universidades en España sin distinción en el aprecio de sus grados; la coexistencia de otros estudios públicos rivales; las ausencias injustificadas de los catedráticos; el espíritu de parcialidad entre las comunidades; «la pestífera división de Escuelas»; la facilidad en doctorar a muchos «cuasi al tiempo que debieran ma­ tricularse de discípulos»; los grados meramente formularios en artes; la falta de muchas cátedras necesarias y la sobra de otras inútiles; la escasa formalidad en las oposiciones; «el horror grande a todo género de buenas letras»; el total abandono de las lenguas griega, árabe, he­ brea y latina; la exclusión absoluta de la lengua vulgar (por cuyo estudio en la universidad aboga Tavira en un tono que recuerda el de D’Alembert en la Enciclopedia ) 47; el tiránico dominio de la filo­ sofía aristotélica; el desconocimiento de los muchos escritores insignes que Salamanca produjo en el siglo xvi, sustituidos a la sazón por «los Aliagas, Ripaldas, Montalbanes...», etc., en teología, y por «los Pichar- dos, Retes y Pugas...», en derecho48; la xenofobia intelectual, o «in- 47. «El estudio del propio idioma —escribe— está tan despreciado en las Universidades, que bastan ellas solas para corromperle. Deberán los niños ejer­ citarse en él al tiempo de estudiar las gramáticas latina y griega; pues mal conocerán la propiedad y energía de las voces de estos idiomas, si ignoran las correspondientes en el materno», y opina que debiera mitigarse o acaso abolirse «la precisión de hablar latín en todas las funciones públicas». 48. Los más notables entre los autores citados en esa lista, un tanto bur^ lesea y recurrente, fueron, por la teología, Juan Martínez de Ripalda (1594- 1648), jesuita, autor de los tratados De ente supernaturali. Disputationes in utii- versam theologia?n (Burdigalae 1634) y E&positio brevis litterae magistri Sen- tentiarum (Salmanticae 1635) y, por el derecho, Antonio Pichardo y Vinuesa

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