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LA REFORMA DE LOS ESTUDIOS FILOSOFICOS. 243 escolasticismo», caracterizado por la profusión de sutilezas aristotélicas, cuestiones frívolas y ridiculas, método sofístico y partidismo. Ha de servir de norte la huida de todos los tratados que huelan a sistema o espíritu de escuela. Con otras palabras, los libros de texto no han de estar afiliados a corriente ninguna de pensamiento exclusivista. Han de ser eclécticos. Y, en pura teología, escorados hacia el jansenismo. La pluma de Jovellanos se muestra tan drástica al erradicar aquel malhadado espíritu, como las de Campomanes y Olavide: «Por tanto, para evitar semejante abuso, y desterrar sus consecuencias de este ins­ tituto literario —escribe— , prohibimos absolutamente a los regentes que ahora son y a los que en adelante fueren por siempre jamás, que puedan abrazar ni seguir ninguna de estas escuelas, ni enseñar ni dirigir a los discípulos según ellas, ni darles siquiera otra noticia de su doctrina y sistemas que las que fueren necesarias para conocer histó­ ricamente sus desvarios, y aborrecerlos y evitarlos». La «prédica» ininterrumpida del fiscal del Consejo en la década 1766-76 volvería cientos de veces sobre ese asunto. Las frases de Jovellanos quince años más tarde tenían tanto vigor y frescura como las mejores de Campomanes al retocar los planes enviados al Consejo por las universidades. Ello era debido a que ambos pensaban que el partidismo había terminado por imposibilitar el estudio de la «pura y santa teología positiva», en expresión del más joven de estos dos Diós- curos astures. El embrollo intraescolástico se complicó cuando las opi­ niones nuevas y contrapuestas originaron otras «sectas», fecundas a su vez en nuevas opiniones con que sostener las primeras. Sus partidarios desviaron así los caudales de su ingenio del auténtico objeto de la ciencia sagrada, malgastándolo en litigar. A aquel Jovellanos temprano tampoco podían faltarle los demás rasgos definidores de la generación ideológica en la que militaba. Con la salvedad de que, siendo una de las inteligencias más lúcidas de nuestro siglo x v iii , sabía mejor lo que quería decir y lo expresaba con superior exactitud y concisión. Esto se cumple lo mismo cuando se afilia al baconismo ritual, prescribiendo el orden «natural y sencillo» en didácti- Italia» (Las Facultades de Teología en las Uniersidades españolas [1396-1868], en Revista Española de Teología 28 (1968) 342). De los Commentaria in quat- tuor libros Sententiarum Petri Lombardi, de Guillermo Estio (1542-1603), llama­ do por Benedicto X IV «Doctor fundatissimus».. ha podido decirse con justicia que constituyen uno de los ejemplares más sólidos y claros entre el casi medio millar que se han escrito sobre el tema (R. D arricau , a. c.y 42 (1965) 72).

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